sábado, 27 de diciembre de 2014

BUSCADORES DE AMOR

Hace tiempo vivió a mi lado, me colmaba de besos y halagos. Cubría mis frías noches con la calidez de sus abrazos y, en mis sueños velaba  siempre para que no me perdiera al despertar o en el llanto de una pesadilla. Era la caracola que escuchaba mi lamento, y también quién bailaba conmigo cuando nos vestíamos de domingo y llevábamos zapatos nuevos. Era su rostro el que veía al despertar, era mi desayuno y mi fuerza cada día; era la alegría para mi corazón, la sangre; era la ilusión, era…era mi amigo.


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Musculamos nuestros cuerpos, vamos al gimnasio para hacerlos fuertes; cultivamos el alma con mil y una artes, hacemos todo aquello que consideramos necesario para ser fuertes, para que nada pueda hacernos daño, ni en nuestro cuerpo, ni en nuestra mente. Hacemos una amalgama de medicinas etéreas, para insuflarnos toda esa fuerza, toda esa energía, para ser invencibles y que nada nos afecte, y que no nos rompamos, que nada se parta, que no haya nada capaz tan solo de fisurar nuestra vida.
Falso, todo es falso, no hay nada que te haga tan fuerte que no puedas partirte en dos cuando pierdes el amor.

Y ¿Qué es realmente el amor? Qué es estado de embriaguez continua que, no te permite pensar con claridad y, ante el que pierdes cada uno de los papeles que te dieron al comenzar esta obra que es la vida.

Todos tenemos amor. Un padre, una madre, un hijo, amigo, familiar o incluso una mascota. Todos tenemos amor, ese tipo de amor del que se habla cuando te sientes vacío y dices – sí, sí, si yo tengo mucha gente que me quiere-
Paparruchas, lo inventamos nosotros mismos para hacerle creer a nuestro cerebro que somos felices, que tenemos “amor” que, haga llegar rápidamente éste mensaje a nuestro corazón para que no estallen sus ventrículos en mil pedazos irreparables.

Piensa lo que quieras, refúgiate en cuantas personas o animales desees. Haz terapias, ve al gimnasio, come sano…viste a la última y echa una cana al aire de vez en cuando porque tú puedes hacerlo! Pero no te engañes, si no lo tienes, si no tienes “ese amor” no tienes nada.

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Tiene que rasgarte por dentro, hacer que vibren tus entrañas; que tu cerebro se convierta en la unión de mil estrellas; que no haya más firmamento que el de sus ojos; que la luna y el sol por fin sean amantes; que nada importe sobre la faz de la tierra más que, la canción de las mareas anunciando el encuentro cada noche de los amantes cuerpos, el deseo y la pasión. La locura de perder el sentido y solo desear que al despertar de ésta, sea el rostro de quien amas lo primero que veas, por siempre jamás.

Sigue buscando. Todos lo hacemos. Es lo que somos, buscadores de amor.



sábado, 20 de diciembre de 2014

MAPA MUNDI

Dijiste que salvarías el mundo, que me salvarías a mí.
Transformaste mi piel en un mapa mundi que respiraba mares y océanos; enormes extensiones de tierra, islas y volcanes en erupción; el viejo continente se adaptaba a las curvas de mi cuerpo y, tatuado con la belleza de una esmeralda, depositaste mi querida Irlanda sobre mi pecho izquierdo junto a mi corazón, sabías muy bien cuál era su lugar. Y desde ahí cada país ocupaba un poco más de mí, Portugal acariciaba mí ombligo; Islandia mi nuca; Finlandia y Noruega posadas sobre mi hombro derecho rozando sutilmente mi pecho, y la vieja Rusia me abrazaba de costado a costado con Asia entera en mí intimidad; mientras Japón caía delicadamente por mi muslo izquierdo, Australia adornaba mi pantorrilla y, más abajo la Antártida calzaba mi pie con glaciares de tacón alto. África entre desiertos y sabanas compartía la extensión de mi pierna derecha con el continente Americano, dividido por mi rodilla, desde donde en el malecón de la Habana se podía observar el atardecer.
Tan solo quedaba el Ártico, que muy estratégicamente encajaste  en mi cabeza para que helara cada uno de mis pensamientos y, nunca más pudiera razonar, tan solo fuese capaz de amar, de amarte a ti.

Dijiste que salvarías el mundo, que me salvarías a mí, pero amasaste el globo terráqueo como si de una insignificante masilla se tratara y lo estiraste, cediéndolo tanto como diera de sí mi cuerpo y lo derramaste, modelándolo; de alguna manera lo encerraste en mí y, después me encerraste a mí en ti, y de ésta forma nos tenías atrapados a ambos en tu universo.

Creí que me salvarías, creí que cuando decías -pondré el mundo en tus manos- te referías a que la vida para nosotros no tendría límites, que el mundo sería nuestro, y que ambos seríamos un solo ser.
Pero llenaste mi cuerpo con la belleza de la vida de éste planeta, y a su vez también lo atestaste del dolor y la crueldad que habita en éste mundo. Las guerras empezaron a hacerse notar en mi piel, los crímenes, el odio y todo aquello de lo que el ser humano es capaz inundó cada gramo de mí. Mi cerebro helado no me permitía pensar, así que solo podía sentir, sentir, sentir…
El amor natural que el hombre posee, se desliza ahora por mi piel como un líquido que no soy capaz de detener, no puedo pensar, no sé cómo actuar para retener en mí la belleza de las cosas.
Y entonces tú me abrazas, y encierras más profundamente en mí toda esa tristeza y ese dolor.

Has provocado el holocausto en mi cuerpo, no querías hacerlo, lo sé, pero al desear que solo fuera tuya y poner el mundo a mis pies…se rompió el orden natural de las cosas.
Yo solo deseaba amarte, no tenías que depositar nada en mis manos, lo hubiera hecho sin nada, sin nada de todo esto.
Ahora tantas batallas, tristeza y dolor, acabaron conmigo.

Hubo un atisbo antes de todo… quizá lo viste, quizá tu corazón lo sintió.
Yo no quería el mundo, te quería a ti.

*Imagen de la película "El Jardinero Fiel"


ERASÉ

¿Sabéis qué ocurre con la vida?
Que simplemente se agota.

lunes, 15 de diciembre de 2014

EL SONIDO DEL MAR

He vuelto a escuchar el mar.
Me habló de la inquietud de las medusas, de las estrellas y ballenas.
Puedo oír en cada abatida de las olas como me trasmiten lo que sienten, su temor a que nunca vuelva con ellas, que me quede en tierra y olvide por siempre cuál es mi verdadero origen, de dónde provengo, quienes son mis antepasados y por qué el mar me sigue hablando en el idioma de las sirenas.
Quizá haya llegado el momento y deba partir hacia aquél puerto suspendido en la superficie de mi Océano, donde mi destino será el que estaba escrito en los arrecifes, con toques de coral y adornado con brillantes perlas. Un destino del que no sería capaz de escapar aunque en este árido mundo hallase lo que más deseo.Tarde o temprano se cumpliría aquella promesa, la que ha permanecido bajo las aguas durante todos estos años desde mi alumbramiento y, me ha estado acechando desde que me sumergí en el fondo del mar por primera vez, o incluso mientras caminaba por los bosques y senderos de la tierra.
Sí, ha llegado el momento.
Mi cabello crecerá, mis piernas desaparecerán y mis pulmones sabrán a sal, todo se convertirá en mar, incluso el cielo se tornará del color de las aguas y el sol será un destello en el techo de mi nuevo hogar.
Me marcho, aquél que llamaron esposo de la luna, me espera.

Fotografía de Estefanía Corbalán.


domingo, 14 de diciembre de 2014

EL HEMISFERIO DERECHO

Tomó el bisturí con la mano izquierda; ella sabe actuar ante éstas situaciones, ya lo he visto antes.

La delicadeza con la que se prolonga entre sus largos y finos dedos el brillo de su hoja, convierte en una pequeña obra de arte la decrepitud de su ya fatigada mano. Una escultura de piel y huesos que, ha sufrido el paso de los años, luchando cada día para llevar a cabo tantos actos como le ha sido posible. Acarició y se tendió con placer al cobijo de otra piel; secó lágrimas, curó heridas, alimentó el cuerpo y el alma; escribió cientos de palabras que expresaban emociones o que simplemente no querían decir nada, solo deseaba dejarlas ahí, en algún lugar entre ella y el mundo.

Alzó la mano y, con esa batuta que cortaba el aire, mirándose en el espejo comenzó a dibujar una nueva sintonía sobre ella. Un nuevo exorcismo escrito en la piel de su pecho, intentando sortear las rugosas cicatrices de antiguas oberturas, de réquiems interpretados con la melodía de cada llanto.
La sangre brotaba de entre los finos canales labrados en su epidermis; rojas y calientes lágrimas se deslizaban de esos sanguinolentos ojos abiertos sobre su blanca piel; el bisturí seguía afilado, rasgando cada vez más partes de su alma vestida de cuero, escribiendo compulsivamente la realidad que habita en su cerebro, en el hemisferio derecho, el único en el que ella puede introducir sus dedos y buscar detrás de neuronas, ilusión y sueños.
Los rojos ríos siguen recorriendo su cuerpo, vistiéndolo con hilos de tristeza que se secarán dejando una capa de oxidados sentimientos.
La imagen del espejo, ensangrentada, lacerada, ultrajada por su propia mano y el bisturí que le permite sacar de su cuerpo todo aquello que la contamina y vuelve racional, le trae a modo de esas sangrías la única realidad; que la sangre se enfriará, dejará de latir y, el pulso que la mantenía viva desaparecerá.

El tiempo cicatrizará su cuerpo de nuevo y, con un latido menos, con algo menos de sangre en sus venas, seguirá entrando cada día con su mano izquierda en su hemisferio derecho.
¿La razón?
En busca de la felicidad, solo allí podrá encontrarla.


lunes, 1 de diciembre de 2014

PARA F.

"Los humanos somos raros" me dice un amigo... Y sí, lo somos.

Era como si hubiésemos esperado toda una vida para emocionarnos juntos con éste tema. Esperamos hasta conocernos para abrazarnos bajo sus notas, y dejar que nuestras lágrimas rodasen sin resistencia alguna. Cierro los ojos y puedo volver a ese instante; fue mágico, fue único y fue especial. Tan solo unas horas juntos en persona, aunque conversaciones tuvimos tantas como estrellas, y la intensidad de lo que sentimos aquella noche se podía cortar, sin temor alguno a que doliese, habíamos cruzado el límite.

Habrán muchos temas que me recordarán a ti, pero éste será siempre en el que se unió algo más que la pasión por una banda.
Ante tu reciente desaparición, tu incomprensible pérdida, me rompo, sí, me rompo en cientos de pedazos que guardaré con cariño hasta que , si algún día deseas volver, entre los dos los recompondremos y yo, yo los pegaré tantas veces como sea necesario.
El invierno permanecerá.

"Only love, only love can leave such a mark
but only love, only love can healsuch a scar"

Para ti. Cuídate mucho.



viernes, 28 de noviembre de 2014

CIELO

No conoces éste cielo.
Nunca lo viste bostezar mientras sus fauces se abren para dejar entrar el sol de la mañana.Y tampoco lo has visto cuando la lluvia arrecia sin medida, entre intermitentes y luminosos rayos, encendiendo una luz cuando se torna oscuro y gris.
Ni has llegado a mirar el atardecer achicando fuerte los ojos para alcanzar ver más allá y prolongar así la belleza del sol cayendo.
No conoces éste cielo cuando, calado hasta los huesos en las húmedas noches, deseas permanecer observando la luna; ésta luna diferente a todas las que hayas podido contemplar porque la brisa la salpica de mar. No conoces este cielo, es diferente a todos, sus grandes ojos te miran desde lo alto y, mientras parpadean, se llevan consigo el dolor de quién lo mira enganchado en sus pestañas. No conoces éste cielo que, hace brazos con nubes de color azul, rojo, naranja o amarillo y te rodea y abraza hasta dejarte sin aliento.
No conoces éste cielo que, escribe versos en el viento con lápices de arcoíris sujetos a los extremos de la tierra y hace que las emociones se tornen añil o violetas. Siempre haciendo más bonita la vida.

No conoces éste cielo, no lo conoces. Te acercaste y de puntillas te asomaste para ver cómo era, para ver si existían nubes transparentes que te dejasen ver más allá. Para saber si podías sentir la luz que lo ilumina en tu rostro y saciarte de ella.
No conoces éste cielo, si lo conocieras de verdad tendrías que saltar el muro que de él te separa y, quedarte bajo su inmensidad para siempre.
No conoces éste cielo.

domingo, 23 de noviembre de 2014

FORMOL

Sé a qué huele el formol.

Llevo un rato mirando el frasco, jugueteando con él entre las manos, como si se tratase de un objeto sin importancia, sin valor, sin vida.
El transparente líquido inducido por el rítmico vaivén que han tomado mis dedos, se mueve de un lado a otro dentro de las paredes de su pequeña prisión, provocando olas que se deslizan como un millón de lágrimas contenidas.

Sé a qué huele el formol.

No es la primera vez que sin el sonido de sus sirenas, las ambulancias corren ante mis ojos asustados, viendo marchar otra parte de mi cuerpo, ésta vez  lo capturaron en un frasco.
Puedo llorar de nuevo otra pérdida, sin conocer muy bien el sentido de todo esto, sin comprender el por qué de tanto desgarro.

Sé a qué huele el formol.

Ese pedacito de mí también soy yo, lleva mis células y con ellas cientos de emociones que se condensan en un trozo de carne.
Sigo observándolo y empiezo a asustarme cuando intuyo, entre su sanguinolento estado, mi rostro compungido, la cara de una niña asustada que se siente pérdida, sola y abandonada en esa cárcel de cristal, dejándose llevar, arrastrada por el trasparente líquido volátil e inflamable…

Sé a qué huele el formol.

Olor penetrante y tóxico. Quizá por eso no sea capaz de dejar de llorar, quizá sea por los gases que emanan de esta sustancia, quizá sea por el cansancio de luchar contra algo invisible, transparente…
Cierra los ojos, creo que se ha dormido, lleva demasiadas horas ahí dentro. La dejaré descansar, no sabe cuál es su destino, no sabe hacia dónde se dirige su camino. ¿Ves? Somos la misma persona.
Reposa sin temor, mi niña, pronto habrá terminado todo. Tú desaparecerás, y quizá yo pueda aliviar de una vez éste dolor.

Sé a qué huele el formol.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

RENACER

Estoy cansada.
He escrito ya tanto sobre ti, sobre tu escaso e imaginado amor, sobre tu desamor, tu frialdad, tu…sobre ti en mí. Ocupas tres cuartas partes de mis escritos, de todos los que he llegado a realizar en mi vida, y no has ocupado ni una milésima parte de los días que llevo vividos. Pero ahí estás apoderándote de mi espacio, de cada hueco que queda libre después de mi día a día, de lo cotidiano, de todas esas cosas que soy yo…ahí estás tú. Permaneces aunque insisto en desplazarte, en echarte por la borda de mi corazón, aun así, sigo escribiendo cartas que se perderán en el viento, cartas que nunca serán enviadas, que jamás serán sentidas ni leídas. Tan solo un rumor en mi corazón repetirá como un eco desorientado cada palabra escrita para ti.

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Mañana será otro día y tú ya no estarás ahí, ni allí.
Tampoco aquí.
Por fin vas a desaparecer.
Verás,
ya estoy cansada.

HE DEJADO DE ABRIR TUS CARTAS

He dejado tus manos en un lugar donde ya no podrán volver a tocarme.
He dejado tus ojos escondidos detrás de una tapia, tan alta que ni el cielo puede asomarse.
He dejado tus orejas colgadas de un panal, para que solo oigas de las abejas el zumbido.
He dejado tus pies en la orilla del mar, para que con la marea se deshagan.
He dejado tu nariz sobre una rosa, en equilibrio, entre espinas y aromas.
He dejado tus brazos colgados de una farola, allí quizá sean capaces de dar abrazos.
He dejado todo tu cuerpo a merced del viento, él sabrá qué hacer con tus restos

Pero...
He dejado tus labios guardados en una caja, bajo llave, para que no puedan mentir nunca más, tan siquiera en una carta.

LA PRIMERA VEZ

Los momentos mágicos quedan en nuestras pupilas, se tatúan en ellas y cuando miras en la profundidad de los ojos puedes volver a vivirlos igual que aquella primera vez.

¿Cuántas primeras veces hay en una vida?

La tengo, tengo esa primera vez, aquella en la que me miraste de una forma diferente, aquella en la que tus ojos escribían palabras recorriendo mi figura, depositando un punto y seguido en cada pliegue, en cada rincón que se abría como una flor en primavera ante el candente sol. Tengo esa primera vez guardada detrás de mis parpados, esperando que vuelvas a mirarme a los ojos, para que puedan revivir aunque sea durante un parpadeo, lo que una vez sintieron como una eternidad.

¿JUGAMOS?

Pienso en las veces que me has amado, en los volcanes incendiados, en cada cielo desarmado al amanecer, en aquellas palabras que se encontraban furtivas al despuntar del día.
No te dejaré, no te fallaré, y pusiste en marcha la grabadora para que no se alejaran de mí jamás esas promesas, las que ahora arranco de mi piel como un pegamento corrosivo y tóxico.

Sé que me amas, que me deseas, aunque el paso del tiempo intente extinguir mi recuerdo en ti...

Nunca lo pretendí pero nuestro amor se convirtió en un castigo. Jugamos los dados del destino y nunca nos favoreció el azar, nunca jugamos para ganar, qué ironía esto del amor y el juego, siempre fuimos perdedores.

En tu soledad búscame y allí estaré, rompiendo tus esquemas, volteando cada pensamiento que intentes llevar fuera de mi alcance, no lo conseguirás, mi imagen te perseguirá y el recuerdo de cada palabra, de cada momento enamorado de la noche, te dará alcance; y mi imagen te besará y te atrapará en un perenne abrazo, estrangulando tu razón, llevándote a la locura.

Te susurraré… no te fallaré, siempre te querré.

Mírame, hombre enamorado ¿acaso crees que he dejado de amarte?

Tira los dados.

BESARTE

Pensé en cómo sería besarte, en qué extraordinaria locura haría estremecer mis sentidos ante la unión de nuestros labios.
Igual que en la conjunción de dos planetas, la gravedad dejaría de existir en mi corazón migrando éste más allá de mi cuerpo, formando parte así del universo un astro de color rojo alineado entre estrellas, con volcanes en erupción, lavas ardientes fluyendo al tímido pero apasionado roce de tu boca.
Y al abrir los ojos el cielo estaría allí, en ellos, esperándote, para que pudieras entrar con besos infinitos, reflejando la luz de aquellos colores que el sol no absorbe, los reales, los que son de verdad.
Pensé en cómo sería besarte y me olvidé de todo lo demás.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

MÁS ALLÁ DEL VIENTO

La lluvia de aquella noche tan solo era el adelanto de las lágrimas que, más tarde transcurrirían como arterías frenéticas por las calles de la ciudad. Un dilatado pulso de luces iluminaba la urbe, el invierno había llegado y con él, el frío de su corazón, de su historia. La vida perdió aquella intensidad con la que él la vacunaba en las noches de verano, con sus frescos y adorables besos.

Mientras lo esperaba contemplaba el discurrir del agua en la acera, entre los surcos de los adoquines, huía de ella, provocando una angustia que le afectaba al respirar, con aquel insolente viento azotándole con descaro su rostro y cada partícula de sus pensamientos, los cuales se hallaban perdidos entre aquella tempestad, declarada de la misma manera que la intención que él trajo bajo su brazo, con crueldad.

Junto a aquél ventanal translucido, mientras él hablaba y vomitaba cada una de sus hirientes palabras, el rostro de ella se teñía del mismo color violáceo mortecino del neón tras el cristal. Iba inyectándole lentamente aquel gotero de dolor suspendido sobre sus cabezas, reflejando en sus ojos el suero letal que iba destruyendo poco a poco el mundo en el que ella había vivido hasta ahora, en el que él la había dibujado en las amantes noches, donde habían escrito infinitos poemas sobre sus cuerpos desnudos de razón.

La ponzoña hacía su efecto y poco a poco la ilusión, el amor y la esperanza perecieron bajo aquella gabardina transparente, entre cientos de luces de una ciudad ajena totalmente a la muerte de su amor.

Él nunca lo supo, se perdió en el mundo que había creado para sí mismo, aunque en realidad sabía que esa no era la auténtica vida ya que carecía de pasión, pues buscaba la cordura.







HOY

Ésta noche siento que puedo rasgar la piel de la oscuridad y ser libre para amarte, no hay nada ahí afuera que pueda entorpecer mis sentimientos por ti. Abriré la tapadera del mundo para sacarte del pozo de los deseos y entonces dejarás de ser un sueño, dejarás de ser la luna pintada sobre el fondo negro de mi corazón, el agua embravecida que mece los barcos en el mar de mi alma oceánica. Dejarás de ser todo eso que lucha por no encontrarse con lo inevitable, con mis ojos, con la mirada de quien ama más allá del viento, más allá de volcanes en erupción, donde la abrasadora lava no es más que todos mis sentimientos guardados en el cofre de la tierra, esperando ser liberados por el amor verdadero, ese al que tú temes que llegue tarde.
Estoy aquí.
Si realmente pudiera amarte…


domingo, 2 de noviembre de 2014

EN TU ORILLA

En este silencio encuentro los evocadores recuerdos de tus caricias ancladas en mi piel; delicados dedos que se deslizaban por ella y que mi cuerpo esperaba con ansia, como la herida a la sangre. Así lo hacías, así recorrías cada centímetro de mi piel, intentando penetrar en ella, traspasar los límites físicos, la lógica de la materia, para succionar el deseo y devorarlo entre delicados bocados de placer.
Me cogiste de la mano y me invitaste a subir en esa noria de besos infinitos, robándonos los labios entre susurros, con una erótica melodía de fondo, la que escriben dos cuerpos al unirse, al rozarse, al abandonarse al fin ante su inevitable destino.
Tu delicadeza rozando cada aliento que derramaba mi boca y atrapando en la orilla de mis labios la respiración que provocabas en mi interior, sobrecogía mi corazón, abrumado ante la sutileza de cada uno de tus actos, de tus movimientos que alteraban mi mundo racional, el que durante todos estos años pretendía alejarme de ti.



El tiempo nos observa y cae sobre nosotros intentando prevenirnos de  su implacable presencia, pero lo ignoramos y lo retamos con nuestras risas y cariño, pensando que nunca nos dará alcance, que nuestra condición de amantes nos exenta de su mano lacerante de sueños. Pero él permanece y nos mira sin piedad, esperando el momento oportuno para actuar y hacer tangible la distancia que nos separa.


Tengo constantes imágenes en mi cabeza. Fluyen sin parar intentando expresar lo sentido estos días. Ríos de emociones se agolpan en mis labios intentando escapar con el verbo y tatuarse así entre páginas en blanco donde perecer eternamente, convertirse en historia, en recuerdos perennes sujetos siempre al amor que nos procesamos en aquél solsticio de primavera.