sábado, 18 de mayo de 2019

PIEL DE TIGRE





https://www.youtube.com/watch?v=6EA-MIYY1bg

Las palabras aparecen rotas allí donde se acumulan los recuerdos. Esa y no otra es la razón por la que hasta ahora no podía escribir.

Hace tiempo tomé una decisión, no volver a cerrar los ojos; no seguir caminando dormida.
Una canción te ha traído de nuevo al borde de mi piel, o quizá haya sido el viento, no importa. Intentas arrebatarme las páginas nuevas de mi vida. Lo haces bien.
He llegado a pensar en quemarlo todo. El último incendio que presencié estaba rodeado de miedo. Esas cinco letras giraban danzarinas alrededor de las llamas que provocaste. Me quemaron los ojos y estuve ciega durante mucho tiempo. Probablemente lastimaron también mis oídos, pues no escuché el grito que, desde lo más profundo de mi ser, intentaba alcanzar mi corazón.
Hoy sé que puedo curar las palabras, pegarlas una a una.
Las cicatrices son el éxito de nuestra hermosa fragilidad a lo largo de la vida. Igual que en el Kintsugi, ese maravilloso arte japonés en el que todo aquello que se rompe cobra mucha más belleza al ser reparado. Realzan cada una de las grietas con una resina o barniz espolvoreados de oro para hacerlas visibles y luminosas, igual que la piel de un tigre.
El poeta Rumi decía que, la herida es el lugar por donde entra la luz.

He comprendido que no sirve de mucho intentar dejar atrás el pasado como algo que no forme parte de ti. Que luchar para olvidar implica conflicto con uno mismo y con todos los que te rodean.
Así que he dejado de hacerlo.
He dejado de luchar.
La aceptación desde la comprensión, y el perdón hacia los demás, pero sobre todo hacia uno mismo, es el metal más valioso con el que pegar cualquier tipo de herida, cualquier tipo de palabra.

Si he de escribir nuestra historia mil veces, lo haré, pero ya no habrá condena para mis sentidos.
Te conozco.
Tú, soy yo.

El pasado camina a mi lado, no sobre mí.
Soy libre.


*Imagen: Internet