https://www.youtube.com/watch?v=JFLWUd7ylQs
Alguien me dijo una vez que mi casa era mi templo.
Te invito a entrar.
Deja tus manos descasar en mi regazo.
Instala allí tu corazón,
en el lecho apacible de mis abrazos.
Reposa tu cabeza cansada en mi pecho y,
calmaré tu tristeza con la ternura de un beso.
Podrás al fin cerrar tus ojos,
no tengas miedo, pues yo te guardo.
Las penas serán olas disipadas en la orilla,
en la orilla de mis palabras, mecidas por la brisa.
Sabes que a mi lado estás a salvo,
porque mi amor será bote, será madera,
será aquello que en la oscuridad te ilumina.
Una bengala al viento
sobre nuestros desnudos cuerpos,
ella nos vestirá de colores,
mientas a tu lado me tiendo.
Y tu risa será melodía tejida en el cielo,
pintando tu rostro y el mío en cada beso.
No niegues lo inevitable,
ríndete ante lo certero,
porque sabes que te quiero,
tanto que por ti muero.
El mañana es hoy,
hoy es el instante.
Ese, sí.
El instante del que por ti
soy preso.
Alguien lo dijo,
y yo solo repito sus versos.
Ven, te invito,
pues en mis labios
no hay palabras,
solo hay besos.
* Imagen de la película, Adrift
https://www.youtube.com/watch?v=6EA-MIYY1bg
Las palabras aparecen rotas allí donde se acumulan los recuerdos.
Esa y no otra es la razón por la que hasta ahora no podía escribir.
Hace tiempo tomé una decisión, no volver a cerrar los ojos; no seguir caminando
dormida.
Una canción te ha traído de nuevo al borde de mi piel, o quizá haya sido el
viento, no importa. Intentas arrebatarme las páginas nuevas de mi vida. Lo
haces bien.
He llegado a pensar en quemarlo todo. El último incendio que
presencié estaba rodeado de miedo. Esas cinco letras giraban danzarinas alrededor
de las llamas que provocaste. Me quemaron los ojos y estuve ciega durante mucho
tiempo. Probablemente lastimaron también mis oídos, pues no escuché el grito
que, desde lo más profundo de mi ser, intentaba alcanzar mi corazón.
Hoy sé que puedo curar las palabras, pegarlas una a una.
Las cicatrices son el éxito de nuestra hermosa fragilidad a lo largo de la vida.
Igual que en el Kintsugi, ese
maravilloso arte japonés en el que todo aquello que se rompe cobra mucha más
belleza al ser reparado. Realzan cada una de las grietas con una resina o barniz
espolvoreados de oro para hacerlas visibles y luminosas, igual que la piel de
un tigre.
El poeta Rumi decía que, la herida es el lugar por donde entra la luz.
He comprendido que no sirve de mucho intentar dejar atrás el pasado como algo
que no forme parte de ti. Que luchar para olvidar implica conflicto con uno
mismo y con todos los que te rodean.
Así que he dejado de hacerlo.
He dejado de luchar.
La aceptación desde la comprensión, y el perdón hacia los demás, pero sobre
todo hacia uno mismo, es el metal más valioso con el que pegar cualquier tipo
de herida, cualquier tipo de palabra.
Si he de escribir nuestra historia mil veces, lo haré, pero ya no habrá condena para mis sentidos.
Te conozco.
Tú, soy yo.
El pasado camina a mi lado, no sobre mí.
Soy libre.
*Imagen: Internet