viernes, 26 de agosto de 2016

LA MUERTE


           
https://www.youtube.com/watch?v=c-G5opHpKtI

 Nacemos. Llegamos a este mundo entre lágrimas, dolor y un millón más de emociones que olvidamos. Todas ellas  permanecen en algún lugar de nuestro cerebro agazapadas, ya que si fuéramos  del todo conscientes en algunos casos serían infinitamente traumáticas. Pero es un hecho que se almacenan en nuestro código de barras.
Desde ese momento un sinfín de vivencias nos esperan como un libro abierto de aventuras que, se sucederán a lo largo de nuestra vida e iremos pasando páginas y seremos los protagonistas de nuestra historia, queramos o  no. Y nos educarán de la mejor forma posible para que las sintamos, para que disfrutemos cada instante sea del tipo que sea. La vida no siempre es de color de rosa. Pero la belleza está latente en cada paso que damos, en cada gesto, en cada respiración. Si nos detenemos un momento, si ralentizamos el motor están ahí, palpitando a cada golpe de vida. Como dice aquella frase de película,  “la vida es una caja de bombones y nunca sabes cuál te va a tocar”
Los hay dulces, también los hay con sabores inimaginables; estos son capaces de evocarte situaciones y momentos del pasado, incluso pueden transportarte a lugares de ensueño. Pero también están los amargos, los que pican en tu lengua como mil ortigas que se clavan a la vez. Entonces piensas que, si comiendo otra de aquellas tentaciones de chocolate podrás borrar de tu paladar el sabor que ha dejado como una apisonadora de dolor. Y elegimos nosotros mismo ante aquella caja abierta si seguir o no. Decidimos, tomamos consciencia de lo que deseamos hacer.
Ojalá todo fuese tan sencillo como eso.
La vida es en blanco y negro. Dolor y alegría. Lo intermedio es mediocre.
Pero aquellas personas que en su mejor hacer intentan guiarnos, y me consta que es una labor compleja digna de medalla, hay algo para lo que nunca nos preparan, y es para lo único cierto de nuestra existencia. La muerte. No hay bombones de ese sabor envueltos en papel brillante, ni adornados con semillas de frutos exóticos, tan siquiera aquellos rellenos de licor.
La muerte se esconde bajo el papel dorado del cartón prefabricado con forma de corazón.
Nadie sabe qué le deparará la vida. Aun tomando nuestras propias decisiones, los cruces de caminos son tan insospechados que en ocasiones no poseemos todas las cartas para echar una partida. Y muchas veces no somos capaces de mantener la cordura del alma. Entonces hablamos de destino y casualidad.
Yo creo que llegamos aquí con un contrato, con una serie de intervenciones que debemos hacer y cuando las cumplimos, tengamos la edad que tengamos, nos marchamos. Muy probablemente no seremos conscientes de aquello que hemos hecho, de todo lo que hemos aportado a las personas que nos rodean y de cuánto dejamos de nosotros en este mundo, pero a mí esta manera de pensar me alivia, me da paz el pensar que cuando me marche habré cumplido con el propósito de mi vida, que además de disfrutar de ella, otra de mis labores era hacer regalos a mis semejantes y seres queridos.
La vida es un milagro, un don maravilloso que no debemos desaprovechar, pero debemos ser conscientes de su fecha de caducidad. Todo tiene un principio y un fin.
Tengo la certeza absoluta de que nadie muere si seguimos recordándola y amándola.
La muerte puede ser cruel, puede llegar con lágrimas y dolor…pero ¿acaso no fue así como llegamos a este mundo?
Quizá, lo creas o no, morir sea volver a nacer.
Sed felices.


Imagen de la película " El árbol de la vida"

miércoles, 17 de agosto de 2016

CUANDO LA INSPIRACIÓN MUERE

Enciendes una varilla de  incienso. Algunas velas y te sirves una cerveza bien fría. La brisa y la luna se dejan ver y sentir a través de las cortinas. Te acomodas en la silla, haces crujir todos y cada uno de los huesos de tu mano, de tu cuello. Pones un cd en el equipo de  música, apagas la luz y diriges tu mirada hacia el ordenador. Su luz intensa te ciega e intentas palpar lo que te puede salvar del desastre, tu bloc de notas y una decena de papeles repletos de sin sentido.
El ambiente es propicio, diría incluso que embriagador.
Tienes una carpeta de emociones escondida tras esta pantalla y cien más entre las páginas de tu diario. Quieres, deseas convertir esos sentimientos en palabras y caramelizar cada una de esas historias que ansias contar, desgranar lo que fue tuyo y dejarle al mundo pequeños platos de postre con un pedacito de corazón latiendo.
Pero tu mirada sigue clavada en esta página en blanco estéril. Una conocida sensación recorre tu columna vertebral, un escalofrío sacude tu cuerpo y la angustia se apodera de tu estómago. Esa opresión, ese tamborileo insistente en tu pecho, el hormigueo en las manos, en la cara. Lo conoces bien y está a punto de producirse. Las pulsaciones aumentan. Sientes como tu corazón migra a tu garganta, de donde sabe Dios si marchará alguna vez; la vista se nubla y ya apenas sientes el resto de tu cuerpo. En unos instantes, oficialmente, sufrirás un ataque de pánico y éste bloqueará cada uno de tus cinco sentidos. Un pitido ensordecedor te dejará aislado del mundo. Tu lengua se transformará en un trapo rasposo y pesado en tu boca,  taponando tu garganta e impidiendo cualquier molécula de aire penetrar en tus pulmones.
Estás perdido, no puedes controlar tu cuerpo, ni tu mente, ni nada que pueda llamarse tuyo.
Tal y como yo lo veo tienes tres opciones.
Uno. Llamar al 112 en cuyo caso te llevarán al hospital más cercano. Te harán todo tipo de pruebas para descartar el infarto, y te drogaran y dejarán en observación durante 24 horas; para soltarte con tu ropa en una bolsa de plástico supuestamente fuera de peligro. 
Dos. Sentarte con la cabeza entre las piernas y respirar dentro de una bolsa. Esperar que el oxígeno vuelva a circular a una velocidad "normal" a través de tus arterias, e irrigue tus órganos vitales restableciendo ese estado de salud deseado por cualquier ser humano; lo que te dejara fuera de circulación igual que la opción uno.
Tres. Cerrar los ojos un instante. Emborracharte de ti, de tu esencia, de todo aquello que eres tú mismo y ahora está luchando por salir dando patadas y puñetazos a tus ya fatigados miembros; y dejar que tus dedos se deslicen sin ese convencional sentido sobre las palabras, acariciando de forma convulsa lo vivido, lo sentido. Liberar en cada palpitación lo que crees que te pertenece, aunque en realidad sabes que ha sido un préstamo para poder seguir respirando en pequeñas dosis y, que tendrás que devolver al final de tus días.
La varilla de incienso se ha apagado, la vela exhala su última luz, la botella está vacía y la luna...la luz de la luna te ha abandonado.

lunes, 8 de agosto de 2016

ERES


https://www.youtube.com/watch?v=zOKtfbHlhSw


Eres aquí. Eres ahora. Eres ayer. Eres todos mis yo. Eres aquello que aguarda y espera. Eres la ausencia. Eres el dolor. Eres la sonrisa perpetua. Eres la angustia de mañana. Eres la felicidad escrita. Eres la pena y la alegría. Eres la melodía. Eres el abrazo y el beso. Eres aquello que mi piel anhela. Eres la ilusión y el sueño. Eres una amalgama de sin sentidos de mi razón. Eres el desayuno y la cena. Eres el calor de la noche. Eres el frío de la madrugada. Eres sábanas blancas. Eres el abrigo del invierno. Eres el sabor de las manzanas. Eres un café en cualquier lugar. Eres lo que mi vientre clama. Eres sangre. Eres sed. Eres hambre. Eres aquello que mi mente imagina. Eres el olor del heno. Eres un árbol que cobija. Eres el verbo y el adjetivo. Eres un presente a mis pies. Eres una cuerda. Eres una rama que cruje. Eres el viento que gime. Eres gotas de rocío. Eres un campo de amapolas. Eres viento. Eres lluvia. Eres doncella y caballero. Eres lucha. Eres amor. Eres tristeza. Eres muerte. Eres un corazón que palpita. Eres calma. Eres paz. Eres el karma de mi ser. Eres estrellas. Eres agua fresca. Eres arcoíris. Eres una canción. Eres un tiovivo. Eres amanecer. Eres tristeza. Eres el monstruo de mi pesadilla. Eres la tregua de mi alma. Eres la mano que me acaricia. Eres el beso en mi mejilla. Eres la pasión contenida, la pasión desatada. Eres inocencia. Eres la luz. Eres la oscuridad. Eres infinito y eres final.
Eres horizonte.
Eres cielo.
Eres mar.
Eres.
Y con eso me basta.