domingo, 20 de diciembre de 2015

LA PETITE MORT





Tenía una enfermedad terminal. Nadie se lo dijo en ningún momento, pero lo sabía. Las caras de los médicos, de sus familiares, y de algunos amigos, eran libros abiertos cuando la miraban llenos de lástima y compasión. Así que no hicieron falta las palabras, lo supo desde el primer instante. Iba a morir, sí, como cualquiera de nosotros, solo que ella sabía cuándo iba a ocurrir.
¿Qué hacer? Dejar pasar los días como si nada, hasta que llegará el fatídico desenlace era una opción. La cotidianeidad podría convertir todo aquello en algo más llevadero restándole importancia, si es que eso era posible. Aunque por otra parte pensaba en todas las cosas que se le iban a quedar por hacer, por vivir, por sentir… y le recomía por dentro la desazón de no ser capaz de llevarlas a cabo. Quizá solo alguna de ellas estaría a su alcance, pero ¿por qué no intentarlo? Al fin y al cabo sus prioridades comenzaron a tomar un rumbo distinto en los últimos días. Seguramente eso era lo que alguno de sus amigos, que desconocían lo que le ocurría, veían en sus ahora agotados ojos.

Una semana, sin fármacos, solo aguantaría una semana. Fue su decisión, tan solo lo imprescindible para paliar el dolor; que fuera a morir de una manera tan consciente no significaba que tuviera que hacerlo sufriendo.

Eran Navidades, quedaban tres días para Nochebuena y antes de que acabara el año, algo que resultaba bastante irónico, se acabaría también la vida que ella  hasta ahora conocía. Siempre había creído que existía algo más allá, que al morir no acababa todo, tan solo nuestra parte humana, y que el espíritu, energía o lo que fuese, seguiría existiendo en alguna otra parte. Posiblemente reencarnándose en otro ser, o transformándose en una pequeña luz en la grandiosidad del Universo. Ahora tenía dudas, ahora no sabía qué creer, tan solo había algo que era cierto, se le acababa el tiempo en éste mundo.

Se sentó delante de su libreta y comenzó a hacer una lista con todas aquellas cosas que le gustaría hacer. Era larga, debería quedarle mucha vida por delante. Una vez terminada, con un bolígrafo de color rojo, se dedicó a tachar todas aquellas que iban a resultar imposibles, bien por falta de recursos económicos o bien por falta de…tiempo. La lista se redujo considerablemente. La observó durante unos minutos. Aquellos deseos convertidos en garabatos sobre un papel eran lo único que le quedaba. Cogió aire varias veces intentando calmar la ansiedad que de repente se había instalado en su pecho y nublaba su vista. Consiguió bajar el ritmo de su corazón e intentó poner algo de orden en su cabeza. “No pienses en lo que va a ocurrir, piensa en lo que deseas que ocurra” oyó en su interior.

Se dio una ducha rápida, cepilló su larga melena; por fin había conseguido que llegara a sobrepasar la línea del sujetador, justo ahora, y la dejó suelta para que se secara al viento. Se colocó los parches de morfina, se vistió con unos vaqueros, botas y un suéter negro de cuello alto. Fue al dormitorio y se puso sus anillos, pulseras, unos diminutos pendientes y aquél colgante que tanto amaba; eran sus amuletos, más que nunca ahora los necesitaba cerca. Encendió el cigarro que estaba en el cenicero. Le dio dos intensas y lentas caladas. Saboreó la hierba, sintiendo como se repartía por su cuerpo rápidamente, no estaba acostumbrada, hacía tiempo que había dejado de fumar tabaco, pero ahora el consumo de marihuana formaba parte de su terapia.
Cogió el abrigo negro, el bolso con todo lo que podía necesitar y la lista. Aquel pequeño inventario que a partir de ése instante se convertiría en ella misma.

Entró en la agencia de viajes. Compró dos billetes de avión. Sería una escapada corta de un par de días, así que concertó un hotel en la zona y un coche de alquiler. Eran todos sus ahorros, los que estaba acumulando desde hacía tiempo para aquél mismo viaje que por supuesto, ella imaginaba en otras circunstancias.
Cuando salió de allí tachó uno de los puntos que se desmarcaba en el papel. Ahora solo quedaban tres.
El siguiente era una vista al notario. Aquí no nos vamos a entretener, los asuntos legales son un mero trámite, pero había que hacerlo. No poseía casi nada, pero tenía muy claro a quién deseaba dejar cada una de sus pertenencias. Después de casi tres horas en aquél despacho decorado de una forma tan minimalista que rozaba la asepsia, salió disparada con otro ataque de ansiedad. “Solo son cosas” pensó, pero todas ellas eran el resultado de su vida, de su existencia. Y se dio cuenta entonces de lo importante que era el hecho de que la gente verdaderamente te conozca, y llegue a saber quién eres en realidad. Posiblemente, habría personas que lo harían después de que todo sucediera.
Solo quedaban dos puntos que abordar. Obviamente uno era pasar el mayor tiempo con su familia, disfrutar de ellos, de su compañía, de su cariño. Decirles mil veces si era necesario cuanto les amaba y abrazarles hasta quedarse sin fuerzas. Quería llevárselos adheridos a su piel. Una mortaja de abrazos.

Se encontraba ante el último punto. Quizá el más complejo porque tenía que movilizar a un número de personas importante. Congregarlas en un lugar lo suficientemente amplio y conseguir incluso que algunas de ellas se desplazaran desde otras ciudades. Algo complicado por las fechas que eran y porque no todo el mundo podría hacerlo. Pero ella no dejaría a nadie fuera de uno de sus sueños.
Habló con un amigo que tenía un local en una zona de marcha en la ciudad. Una sala de conciertos en la que era más que probable que cupiese todo el mundo. Contrató un servicio de catering y también habló con algunas personas que se ocuparían de los detalles para la ocasión. Se marchó a casa para comenzar a enviar correos, llamadas y mensajes de todo tipo. Todo ello mantenía su pensamiento alejado de su enfermedad.

Las Navidades resultaron de lo más entrañables, maravillosas. Con el dolor camuflado, las náuseas calmadas y alternando polvorones con cigarros de hierba, las transformó, dadas las circunstancias, incluso en divertidas.
En aquellos días irónicamente se alegraba de que sus padres ya no estuvieran, porque ni ella habría soportado su dolor, ni ellos hubieran sido capaces de sobrellevar su muerte. No es que no fuera duro para los demás, pero bien cierto es que en esto la naturaleza es sabia; ningún padre debería sobrevivir a sus hijos.

La lista se encontraba literalmente finiquitada. La llevaba en el bolsillo. La sacó y miró varias veces antes de romperla haciéndola añicos para volver a guardarla en el mismo sitio, sobre el que dio unas palmaditas a modo de tranquilidad, “es el fin” se dijo para sí misma.
Se encontraba delante de la puerta del local, inspiró profundamente un par de veces, expulsando el aire por la boca. Relajó los hombros, presionó con sus manos aquellos parches que le libraban a ratos del dolor para asegurarse de que iban a aguantar, y con las dos manos empujó las puertas que la conducían hacia su último deseo mientras estaba viva. Celebrar su propio funeral.
Todas las personas que le importaban de una manera u otra estaban allí, ¡habían acudido todas! Se sentía en una nube. La música, las proyecciones sobre aquella enorme pantalla, de fotos y videos de su infancia, otras recientes…su vida pasando ante sus ojos. La comida, las sonrisas, los abrazos, los besos abrazados que a ella tanto le gusta llamar. Todo absolutamente todo era perfecto, tal y como ella había planeado. Creo que en aquellos momentos ni ella, ni los presentes eran del todo conscientes de lo que se estaba celebrando. Lo sabían, sí, pero preferían que la realidad se perdiera en algún lugar de su cerebro. Solo importaba el presente. Ante toda aquella vorágine de emociones, llegó el momento del discurso. Ella había preparado un escrito, una especie de despedida para leerla aquella tarde; la llevaba en el bolsillo de su vestido. Se suavizó la música, y las luces al igual que las miradas se dirigían ahora hacia el centro del escenario. Caminó hacia  él pasando entre todas aquellas almas, subió y con la mano apretando la hoja tan fuerte que podía sentir sus uñas clavarse en su piel dentro de aquél bolsillo, se quedó callada durante unos instantes. El silencio era tan intenso que casi se percibía el sonido de las respiraciones, de las pulsaciones, de cada garganta tragando la escasa saliva producto de los nervios. No podía hablar, estaba tan emocionada que sabía que se rompería allí mismo si pronunciaba alguna palabra. De manera que tuvo que pasar al plan B. El silencio seguía siendo el protagonista, nadie osaba decir absolutamente nada, parecía algo realmente mágico, como si hubiera una unión de palabras invisibles que recorriera cada esquina y cada recoveco de los allí presentes.
Ella miró a la persona que estaba en la cabina y le hizo una señal con la cabeza, él sabía qué tenía que hacer.
Mientras empezaron a sonar los primeros acordes de una de sus canciones favoritas, comenzaron a deslizarse por la sala algunas personas que portaban bandejas en sus manos. Todo el mundo intentaba averiguar que había en ellas, y las miraban, y se miraban ansiosos unos a otros.
Se trataba de pequeños broches y colgantes con forma de libélula. “Son para vosotros” dijo únicamente, “cogedlos” Y entonces aquellas pequeñas criaturas inertes, cobraron vida en las manos de cada uno de ellos. Sobrevolaban sus cabezas y  el cielo techado de aquél lugar se pintó de colores alados, cientos de ellos, tantos como puedas imaginar, tantos como las emociones y el amor que habitaba en su corazón por todas aquellas personas.

Llegaron a los Cliffs de Moher al atardecer, cuando el sol está cayendo sobre el océano, tiñendo de un maravilloso color anaranjado cada gota de agua en el horizonte.
El frío en Irlanda durante aquella época del año era intenso, tal y como a ella le hubiera gustado. Tan solo pronunciaron unas palabras “turas maith”, que significa en gaélico, “buen viaje” Abrieron la urna que sujetaban con las manos unidas y esparcieron sus cenizas al viento de los acantilados.



Imagen: Cliffs of Moher por Javier Sáez
Música: Bird of Sorrow de Glen Hansard



domingo, 8 de noviembre de 2015

50




       Por tratarse de la entrada número 50 al blog, he pensado que sería bonito compartir con vosotros pequeños fragmentos de algunos relatos que conforman mi libro "Canción de Invierno". Una manera simbólica de celebrar que he alcanzado "medio siglo" de publicaciones.
Espero que las disfrutéis y que estimulen vuestras neuronas lectoras y os apetezca seguir leyéndome.
La información para conseguir el libro está aquí, en el blog.
Gracias a todos los que dedicáis un espacio de vuestras vidas para pasearos por mis palabras y emociones.


  *https://www.youtube.com/watch?v=G-duuPeM2r8

                                  CANCIÓN DE INVIERNO 
                                          FRAGMENTOS
Las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar" S. King 

LA MAR
   Las olas, afligidas de sal, se suicidan en cada golpe contra la roca, arañando sin consuelo cada centímetro desnudo de esa dura piel. Todo se desvanece ante la arena, regando incesante su lecho cristalino y ardiente, intentando respirar a través de la tierra.


El TRAJE
   Llevo puesto el traje, el que tú me regalaste, lo llevo tan adherido a mi cuerpo que ya no distingo mi piel del tejido seductor de tu mirada.
Deseo quitármelo y no encuentro la manera (…)
Busco un hilo del que tirar para deshacer en mí tu memoria, olvidar el tejido en el que me has envuelto atrapándome, para olvidarte luego de descoser cada una de tus palabras, de tus caricias, de tus besos.


ESPÉRAME
   Te echo de menos.
       Nunca te sentí tan lejos como te siento en este momento; a pesar de los pocos centímetros que nos separan, sé que nos estás conmigo.
(…)
Tu cuerpo está aquí, puedo verlo, tocarlo, respirarlo, pero no eres tú, ya no. Tu alma está empezando a salir poco a poco de esa jaula que la mantiene atrapada: barrotes de angustia y acero.


LA PREGUNTA
   Nunca lo entendiste, ¿Verdad?
(…)
Me miro al espejo y te veo pasar ante mis ojos, rozando mi fina piel con tus labios entre las manos, que depositas en cada lugar estratégico de mi alma. Besos transparentes que se pierden entre sedas, entre las raídas sábanas de un lecho que empieza a sucumbir bajo la duda, el miedo y la razón.


CARAMELO
   Me asomo al borde de tu corazón y encuentro el deseo y la ternura de un hombre que, como un niño, se estremece ante mil sentimientos nuevos, incomprensibles desde la razón pero aptos para el alma.


FRÍO
   (…) El frío abraza los últimos despojos de su cuerpo, frías manos que violan la integridad de su ser, de ella misma, manoseando cada centímetro de piel quemada por el hielo.


AMOR
   Lo reconoces cuando la locura empieza a convertirse en tu estado natural, cuando las palpitaciones golpean la piel durante las horas y los minutos se rellenan de latidos constantes.



ACANTILADO
   (…) El horizonte se dibujaba lineal ante sus ojos y en la inmensidad del océano se dejaba llevar por los cantos de las sirenas, por los sonidos del mar en la noche, tan misteriosos como el clic que hace el sol al romper el horizonte, ¿nunca lo oíste?, es como cuando caminas por la arena pero más intenso: se rasga, se rompe, es un parto en el amanecer.


LA BRISA
   (…) Me abrazo a ti, como abrazo cada gota de agua que dibuja ríos de calma, y me dejo llevar por dos minutos de respiración profunda en tus pulmones, abiertos y repletos de bruma de mar.




domingo, 25 de octubre de 2015

VACÍO




*Tema: Anthony and the Johnsons "fistfull of love"https://www.youtube.com/watch?v=SOv5gwk1u4U

Un niño llora a mi lado.
Desconsolado.
No puedo cogerlo.
Hambre.
No tengo nada.
Solo aire.
En mi interior un hueco.
No puedo amamantarlo.
Mi vientre yermo.
Un corazón apuntalado.
El vacío que nunca será rellenado.
Ningún tipo de amor lo hará.
Miro su carita sonrosada.
Le sonrío, es mi única oferta.
Alza sus bracitos hacia mí.
La renuncia.
Sus ojos en los míos por siempre.
Llega la otra mujer.
La de verdad.
Entre sus brazos deja de parecer frágil.
Y se agarra con fuerza a su pecho.
Ella lo tiene todo.
Ahora puedo marchar.
Me llevo el vacío debajo de mi piel.
Pero él estará a salvo.
Ya no hay llanto.
Solo mis lágrimas.

* Fotografía de Velvet


sábado, 19 de septiembre de 2015

Vacaciones de vida


*Tema de Jonathan &Melissa Helser "Earth like Heaven"


Cerró los ojos un instante. Pensó que era el momento de tomarse unas vacaciones de vida. ¿Sería eso posible? Seguro que sí, tendría que existir alguna manera de hacerlo porque si continuaba viviendo, moriría.
El pulso que tiembla, el hormigueo en las piernas, las palpitaciones, la punzada en el estómago, el cerebro embotado y la lengua de trapo, eran entre otros, los primeros síntomas de que algo no marchaba bien. Así que se dedicó a buscar. Lo hacía por todas partes, en su casa, en la calle, entre los libros, en los ojos de la gente, incluso comenzó a cavar en la tierra. Pero no encontraba nada, ni una señal o marca alguna que le guiara o indicara hacia dónde ir, cómo o qué tenía que hacer. Pero no podía rendirse, ya no, ya no volvería atrás. La decisión estaba tomada y no descansaría hasta que sus vacaciones de vida fueran una realidad.
El deterioro era cada vez mayor, parecía que se hubiera acelerado el proceso. Su aspecto era lamentable, distaba mucho de lo que había sido. Huía de los espejos, de los cristales, de cualquier superficie en la que pudiera verse reflejada, pues a ella misma le asustaba verse así. Pero eso no era lo peor sino que por dentro le ocurría exactamente lo mismo. No podía verlo, pero sí sentirlo. Y lo sentía… Si no abandonaba la vida, moriría posiblemente en pocas horas.
Estaba tan cansada, tan agotada que tuvo que detenerse en el camino. Se desplomó. Cayó al suelo y por un momento creyó que era el final. Se apartó las greñas que le caían por los ojos con la poca fuerza que le quedaba y entonces miró hacia el cielo, oscuro e infinito, con cientos de estrellas que lo decoraban. Pero había una que parpadeaba de distinta forma, más bien parecía que latía. Pensó que deseaba ir allí, seguro que era un bonito lugar, tan brillante y rebosante de vida. Ya no pensaba en las vacaciones de vida ni en ninguna otra cosa; la estrella, solo veía aquella palpitante luz. Y con un hilo de voz antes de desvanecer, lo dijo: “quiero ir… quiero ir allí”
Pero no ocurrió nada.
    ________________________________________

Supongo que estaréis esperando que ahora cuente cómo llegó a aquél maravilloso lugar. Que se había recuperado, que encontró en él lo que buscaba y todo eso tan bonito de final feliz.
Pues no. Así es, no. Porque la vida no te da vacaciones. Porque tienes que estar siempre alerta, con los sentidos abiertos, cosiéndote las costuras y poniendo remiendos. Porque tienes que ser malabarista y equilibrista para sostenerte en la cuerda floja a la vez que hablas, ríes, comes, lloras o amas. Y así un día tras otro, y otro, y otro más, hasta el fin de los días. Entonces sacarás tu maleta, tu mochila o lo que hayas estado llevando sobre tus hombros y lo vaciarás para siempre. Sí, porque al final del cuento, te mueres. La forma en que vivas tan solo depende de ti.
Recuerda los síntomas, si comienzas a sentir alguno de ellos, pon remedio antes de que sea una puta estrella lo último que veas, pues seguramente hará una eternidad que se apagó.
No hay vacaciones de vida.

* Imagen de la película " El paciente inglés"


domingo, 6 de septiembre de 2015

OPORTUNIDADES


* Fotografía: Michael Blann
* Tema: Damien Rice &Markéta Irglová " Long Long Way"

Murió. Y ocurrió así, de repente. Un día estaba junto a ella y al siguiente había desaparecido de su vida.
El color cambió, la luz se tornó oscura, y aunque el sol le seguía saludando cada mañana, ella no lo veía. El mundo a su alrededor era una sombra por la que caminaba a veces sin rumbo, otras atiborrada de pastillas. Simplemente se movía por inercia junto al resto de la gente. El vacío, ese del que hablan los poetas, resultó ser real. Tenía un agujero en su cuerpo, podía sentirlo, atravesarlo con su mano de un lado a otro; le faltaba una parte de sí misma allí en su pecho. En verdad ella parecía la muerta.
Su aspecto triste y desaliñado, con aquellas manchas moradas que ya casi rozaban sus mejillas en las que sus ojos se habían hundido y perdido, daban a su rostro tal inexpresión que no parecía humana. Esa mirada perdida; quién sabe qué era lo que veía o intentaba buscar. Su delgadez extrema delataba cada hueso de su cuerpo a pesar de la ropa. El aire entraba en sus pulmones por castigo, vivir era una carga. Pero allí estaba día tras día, entre abrazos que se le caían del cuerpo y cientos de palabras de ánimo y apoyo que se le antojaban complicados jeroglíficos que descifrar. Decidió dejar de sentir por completo. No había un mañana, ni un presente, tan solo existía una vida de recuerdos junto a él. Algo a lo que asirse como lo hace un náufrago a su salvavidas, con las únicas fuerzas que te quedan en un momento así, fuerzas que se multiplican por mil. De manera que ella estaba tan aferrada a sus recuerdos que, un día se dio cuenta de que se había convertido en ellos. Así la vida tenía algo más de color, aunque un poco desteñido y con olor a rancio, pero ella vivía o al menos pensaba que lo hacía. Así que de ésta forma fue pasando el tiempo, el cual avanza sin piedad y en esta ocasión sin ella, pues de su cuello salía como una prolongación de su piel, la soga del pasado.
Pasaron los años y la vida transcurría con cierta normalidad. Poco a poco había sido capaz de unir los dos espacios temporales y el pasado se convirtió en parte de su presente.

Una tarde a finales de primavera, cuando los días alargan y se respira ese ambiente que parece hipnotizar a todo el mundo con la vuelta del buen tiempo, su vida estaba a punto de cambiar.
Volvía a casa caminando, la temperatura invitaba  a ello. Refrescaba todavía, una ligera brisa movía las copas de los árboles, y  aunque aún no se veían nubes en el cielo, el aire estaba impregnado de olor a lluvia. Y entonces ocurrió. El sol del atardecer que apenas asomaba en el horizonte al fondo de la avenida, con sus diferentes tonalidades rosadas, le daba de lleno en los ojos y no podía ver con claridad; pero una figura masculina que le resultaba familiar andaba directa hacia ella por la calle. Si hace años respirar era un suplicio, en ese momento lo que verdaderamente necesitaba era aire, todo ese aire que durante todo éste tiempo había carecido de interés, ahora era vital.
¿Era aquello posible? ¡Era él!, el amor de su vida que falleció años atrás, estaba ahora de pie justo delante de ella. La miraba a los ojos fijamente, sin apenas pestañear, con el semblante serio, tal y como solía ser él, pero siempre con esa luz especial que había en su mirada  y solo ella era capaz de captar. Levantó el brazo derecho y muy sutilmente le acarició su rostro de porcelana, ahora más blanco si cabe, dibujando una tenue sonrisa.
­­-Hola chiquina -dijo. Ella se desvaneció y en ese preciso instante, comenzó a llover.
Cuando abrió los ojos estaba entre sus brazos, la llevaba en volandas como si de una pluma se tratase. Y caminaba sin dejar de mirarla. Con seguridad y paso firme. Ambos estaban calados hasta los huesos. Ella agradecía aquella lluvia, era reparadora; el agua que resbalaba por su rostro, de alguna manera le decía que aquello que estaba sucediendo era real. Se miraban sin decir nada, solo sonreían, lo hacían con sus labios, con sus ojos, con sus manos, con su cuerpo. La felicidad de aquel increíble acontecimiento, solo se podía explicar con la complicidad de sus miradas.
Él se paró de repente, la bajó despacio sin apenas dejar de abrazarla, le cogió el rostro entre las manos y la besó bajo la lluvia. Quizá el tiempo se paró, quizá pasó una eternidad, o probablemente fue muy breve. Pero aquél beso encerró todos los que antes se habían dado, se convirtió en uno, en el único. Sus labios soldados por la pasión, no volvieron a separarse jamás.
Nunca se preguntaron qué había ocurrido, tenían miedo de saber, de hacerse preguntas para las que ninguno de los dos tenían respuestas. Dejaron correr todo aquello, igual que la lluvia que sin más cayó del cielo el día de su reencuentro.
Pensaron simplemente que, la vida les había otorgado una nueva oportunidad. Y así fue como vivieron durante muchos años, disfrutando cada instante como si fuera el último, amándose locamente. Riendo siempre, llorando solo lo justo y necesario. Pues ya habían llorado bastante hace tiempo. Se dedicaban a cuidar el uno del otro. A disfrutar de ellos mismos, de lo que ahora tenían, de todo aquello que les fue arrebatado.
Nunca volvieron a separarse, incluso marcharon juntos cuando llegó el momento de bailar abrazados bajo la lluvia.



domingo, 30 de agosto de 2015

CAJA CORAZÓN

*Sting - Shape of my heart

https://www.youtube.com/watch?v=fplngx36-Po


          ¿Sabéis cómo funciona un corazón? Es sencillo. Se trata de una bomba con una acción impulsora que proporciona a la sangre la fuerza necesaria para repartirse por el resto del organismo. A ésta acción se le llama latido. El corazón produce entre 50 y 100 de estos latidos por minuto. Existe una arteria, la “aorta” que es la más gruesa e importante porque sobre ella recae ésta función. Existen otras arterias y venas que también son obviamente necesarias en el funcionamiento de dicho órgano.
Si alguna vez habéis sentido un doble latido, entonces entenderéis rápidamente de qué voy a hablar. Dos corazones latiendo en uno. Una vida dentro de otra vida, piel con piel fundidas entre células. Acoplar un corazón dentro de otro no es tarea fácil. ¿Quién entra dentro de quién?... ¿cómo se produce ese acople?
Son decisiones que no toma el propio individuo, sino que se producen sin más. Un día despiertas y sientes como hay otro corazón dentro del tuyo. Se han unido cada una de sus partes, de sus aurículas y ventrículos; venas, arterías, todas funcionando como un guante acoplado a una mano que maneja tus emociones. ¿Presionando y soltando a su antojo? No, aquí el cerebro toma el relevo y se encarga de que no sientas todo aquello que la vida podría tener reservada para ti. Esa caja en el banco de datos de la industria vitalicia en la que se guardan tus sueños e ilusiones. En realidad, es tuyo, te pertenece pero existe una contraseña que tienes que ser capaz de averiguar para conseguir dicha caja. Posees toda una vida para conseguirla. Cuanto más tardes, menos tiempo te queda… y con ello menos tiempo de felicidad.
Hay muchos casos en los que se trata de una palabra, otros en los que es una combinación numérica. Otras incluso una mezcla de ambas. Pero hay otros en los que encontrarla no es tan fácil, ya que se nos ponen delante cientos de combinaciones erróneas y eso crea un caos en nuestra mente. Hay personas que se pasan toda la vida buscándola sin solución alguna, y son desdichados hasta el final de sus días. Otros en cambio son afortunados y dan con ella al comienzo de sus pocas horas, días, semanas, o meses en el mundo.
El ser humano es un buscador. Desde los tiempos más remotos ya lo hacía. Alimento, cobijo, pareja…y ahora lo que impera en estos tiempos es la maldita felicidad.

Y somos bombardeados por todos los medios posibles sin descanso alguno...“La Felicidad” Aquella emoción ligada estrechamente a ese sentimiento llamado  “Amor”…
La perdición y condena de cualquier ser humano: la búsqueda.
Os deseo mucha suerte a todos, de verdad. De "corazón"...
Espero que encontréis ese órgano que se acople al vuestro, que lata al unísono, aunque sea por un corto espacio de tiempo. ¿Dos días quizás?
Sentir uno dentro del otro, es como abrir esa caja de Pandora bajo llave en el banco de las emociones.
Nos vemos en la puerta si queréis…yo estoy dispuesta a atracarlo. Con la cara descubierta, sin máscaras, con mis derechos a sentir antes de morir.
¿Venís?


*Imagen encontrada en internet. Desconozco autor.




martes, 18 de agosto de 2015

JET LAG



*Damien Rice "I Remember"
https://www.youtube.com/watch?v=j6ud_F4cNDI




Miro al cielo y hago cruces en el viento, tantas que se unen como muñecos de papel recortados por un niño. Y giran en torno a mí, haciendo un corro. Un tiovivo de emociones y risas. Algunos lloran, pero no sueltan sus manos; esas que he creado con las aspas de una cruz invisible. "¿Son de verdad?" Giran tan rápido que no distingo sus caras, ya no sé quién llora y quién ríe, aunque lo que verdaderamente veo es una gran sonrisa que danza a mi alrededor; que gira, gira, gira tanto que me desplomo. Caigo sin red desde el cielo. Ésta vez sí, me dejaré caer...seguiré cayendo.
Es posible que todos estéis esperando que diga "hasta que tus brazos me cojan y me abracen para siempre..." o algo así.
No, eso no ocurrirá. Ésta vez deseo una red de palabras allá abajo, las palabras que llevo tanto tiempo deseando escuchar. Aquellas palabras que cosen y cierran heridas. Palabras que unen, palabras que hablan, que cantan. Palabras que acunan, palabras que ríen, que lloran. Palabras que dibujan cielos y mares. Palabras que hacen daño y curan. Palabras que aman, palabras que desean, las que apasionan, las que abrazan, las que son sensibles y también impasibles. Palabras que tu corazón grita y llegan al mío al son de latidos. Palabras que crean vida, palabras que también saben qué es la muerte. Las palabras que al fin y al cabo hacen que cada día vivamos y muramos un poco, pero siempre caminando, experimentando, y por qué no, a veces incluso mirando atrás. Es posible que un día olvidaras algo importante para seguir adelante. Palabras que no puede llevarse el viento porque están unidas a tu voz, a la mía. Siempre lo estuvieron. Una sola voz.
Palabras, sí. Aquello que antecede a los hechos. Actos verbales.
Es posible que después, sin más, lleguen por sí solos aquellos brazos y con ellos los abrazos... es posible que llegue todo, quién sabe. Y me quede allí para siempre. Pero solo quizá...
Solo es un 18 de agosto cualquiera.



                                                                                            * Imegen de la película: "To The Wonder"


martes, 11 de agosto de 2015

INFINITO


* Dinah Wasshington " I'll close my eyes"

Corro de nuevo hacia un paraje desconocido, con la misma vulnerabilidad que te proporciona la desnudez. La boca cosida para que no se escapen las palabras y los ojos bien abiertos fotografiando escasas imágenes en mi retina. Extendidas las manos en la semioscuridad para buscar, para tocar, quizá para no chocar y caer. Sombras que se ciernen sobre mí, sobre lo que ayer creí mi vida y hoy ya no sé si realmente me pertenece. "¿La quieres?" Quizá mañana te la de para siempre; quizá mañana sea un lugar donde escapar juntos para no volver jamás.
Sigo con los ojos abiertos, intento vislumbrar algo conocido. No hay nada familiar, el infinito es un lugar insondable fuera de mi alcance. Deseo marchar allí. Tengo el presentimiento de que es posible que te encuentre. "¿Me esperas?" Deja la razón y trae contigo un poco de locura. Haremos nuestro plato favorito, lo inventaremos mientras dejamos que ese lugar desconocido nos invada. Cerraremos por fin nuestros cansados parpados y podremos definitivamente juntar nuestras manos y unir nuestros cuerpos en un abrazo inacabable, en un lugar que no existe. En el infinito. Dicen que allí todo es posible.
Voy, ahora, ayer, mañana…espérame, ya llego.



sábado, 11 de julio de 2015

SI LA OSCURIDAD NOS MANTIENE SEPARADOS (PARTE I)



                                                                                              "I remember"  Damien Rice
                                                                                       * Imagen de la película "To the wonder"

Cerró el libro entre sus manos aún temblorosas por la excitación. No estaba segura de lo que acababa de leer. De si era posible que aquella novela que aún tenía sobre su regazo hubiera salido de la pluma de una persona totalmente ajena a ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, erizando el bello de su piel que pudo sentir bajo su fina bata de seda. Se quitó las gafas con una mano y se limpió las lágrimas que sus ojos habían derramado dulce y delicadamente.
Se encontraba aturdida y algo mareada, no sabía muy bien qué hacer. Ignorar todo aquello sería una buena idea y seguir con su tranquila vida como hasta ahora. O intentar averiguar quién, cómo, y por qué, había escrito una parte de ella misma con tanta claridad. Una parte de su vida que no compartió jamás con nadie.
Ni siquiera era capaz de recordar cuánto tiempo había pasado desde entonces. Pero sí era consciente de que había sido mucho; la piel de sus manos delataba el inexorable paso de los años. Las contemplaba a la vez
­­ que acariciaba la portada del libro, y leía una y otra vez con un hilo de voz el título que le había llamado la atención en la tienda. Una de las pocas librerías que quedaba aún abierta de aquellas que ella frecuentaba desde joven, y donde habitualmente se acercaba a comprar sus codiciados ejemplares en papel. El título rezaba: “Si la oscuridad nos mantiene separados”. Se levantó de su sillón de lectura. Era su lugar favorito de toda la casa; donde se podía pasar horas y horas leyendo ­­­­bajo los cálidos rayos de sol en invierno, o mecida por la suave brisa del verano junto a la ventana. Dejó el libro sobre la mesa con tanto cuidado como si pensara que pudiera romperse o desaparecer de un momento a otro, dejar de ser real, dejar de tener sentido; si es que de alguna forma todo lo que estaba ocurriendo podía tenerlo.
Se dirigió a la cocina. Decidió hacerse una taza de café para ver si despejaba un poco su mente, cuando se dio cuenta de que estaba tarareando una canción. Como si un resorte se hubiera activado en su interior, corrió al estudio y buscó entre sus discos. Allí estaba. De nuevo su cuerpo sintió una sacudida que alteró cada uno de sus órganos. Su mundo se estaba poniendo patas arriba. Comenzando desde lo más profundo, desde un lugar donde hacía tiempo no había dejado entrar a nadie más, su corazón.
Sus temblorosas manos colocaron con sumo cuidado el vinilo sobre el plato, tomó el brazo con la vieja aguja y la depositó delicadamente sobre aquella oscuridad de plástico. Comenzó a deslizarse entre pequeños y sutiles saltos, como olas negras entre aquellos surcos rellenos, hace años, de vida.
Quizá no era todo una coincidencia, quizá aquella historia había llegado a ella como una señal, es posible que le estuviera advirtiendo o avisando de algo. Siempre había creído en las señales, en la casualidad…
Tomó de nuevo el ejemplar entre sus manos porque no recordaba el nombre del autor. A veces compraba libros porque le gustaba su olor, la portada, o como en éste caso, el título. En muchas ocasiones no solía hacer caso de quién era el escritor. De ésta forma había descubierto auténticas maravillas, de personas totalmente desconocidas.
Curiosamente en la portada solo aparecía el título.  Tampoco se encontraba en el lomo, así que al mirar la contraportada, allí estaba, el nombre de la persona que ahora mismo había tomado posesión absoluta de su estómago, “Peter W”
"¿Peter W?" no conocía a nadie con ese nombre. En realidad no conocía personalmente a nadie con nombre y apellidos ingleses. Pero había algo que le resultaba tan familiar…qué extraño. "¿Quién sería esa persona?" No había referencias del autor y la portada era una fotografía de una bahía. Aunque era una de e esas imágenes difusas y retocadas que no dejaba distinguir nada con demasiada claridad. El mar de fondo, una especie de montaña a la derecha y lo que parecía una pequeña construcción de madera en primer plano. No había nada excesivamente llamativo para ella, excepto el título.

Con la taza entre las manos se dirigió a su biblioteca. Intentando encontrar entre sus libros, carpetas y apuntes (era un tanto desordenada, la verdad) alguna pista, algo que le llevase hasta ese nombre que no paraba de reproducirse en su cerebro una y otra vez. Mientras aquella canción sonaba de fondo, introduciéndose más en su interior.

Recordaba perfectamente aquél suceso de su vida, no lo olvidaría jamás, pero ¿cómo había llegado a plasmarse de una manera tan fidedigna en un libro sin ella saberlo? Habían pasado tantos años que no era capaz de recordar las amistades que tenía entonces. Su cabeza hacía tiempo que empezó a fallar, no era alzheimer, pero sí el desgaste propio de la edad en sus neuronas. De repente se producían lagunas en su cerebro que sin más volvían a la absoluta claridad, aunque no recordara lo que había comido ayer, sin embargo en ocasiones era capaz de recordar sucesos de hacía más de 40 años. Pero ésta vez no. No sabía asociar. La canción, el nombre, titulo, la historia, su corazón acelerado. "¿Qué estaba ocurriendo?"
Aun así, insistió en su cometido, encontrar quién era aquella persona que sabía tanto del gran y único amor de su vida. Encendió el ordenador, estaba un tanto desfasado, porque ella ya no le daba el uso de antes. Seguía escribiendo cada día, pero aparte de eso, ahora solo consultaba alguna receta de cocina, buscaba algún libro que de repente encontraba anotado en alguna de sus libretas y no había llegado a comprar, contestaba algún correo y cosas así… Mientras se ponía en marcha, volvió a poner de nuevo el mismo tema. No pudo evitar evocar el momento más inocente y bello de aquél recuerdo, llegó así, de repente. Su primer abrazo.


"Por aquél entonces ella trabajaba para una pequeña empresa familiar. Se dedicaban a la restauración de muebles antiguos. Siempre fue habilidosa con las manos y por las cosas del azar, fue a parar allí hacía ya varios años.
Todos los días en su hora de comer se acercaba a un pequeño restaurante cercano al taller. Poseía una terraza interior muy tranquila. En verano era descubierta y durante los meses de invierno la cubrían con unas techumbres de cristal. La verdad es que era un lugar encantador. Ella tomaba allí cada día su menú, leía, o escribía en su pequeño cuaderno de color azul. Eran sus dos grandes pasiones.
Con sus propias manos había restaurado el mobiliario de estilo provenzal con el que estaba decorado aquél idílico jardín urbano. Solo había cinco mesas, de manera que los comensales, casi se podía decir que comían juntos bajo un naranjo, un limonero e infinidad de plantas aromáticas que los dueños plantaban para uso particular en su cocina. Tomillo, romero, cilantro, o lavanda eran algunas de las hierbas que creaban ese ambiente silvestre tan agradable.
Todo había florecido, la primavera estaba en su mayor esplendor y el ambiente se impregnaba de un penetrante aroma a vida".


Continuará....

domingo, 5 de julio de 2015

ROJO

https://www.youtube.com/watch?v=QMZReI2QrlQ


Una imagen suspendida como un cuadro en aquella pequeña habitación. Mirándome a los ojos. Intento descifrar qué se encuentra tras ella. Intenta traspasar mi pupila. Mi pupila marrón.
Puedo sentir como dibuja mi silueta, recorta el aire y desecha todo lo que le sobra. Primero me desnudará. Se deshará de cuanto le moleste para poderme ver bien con aquellos ojos que se ha sacado de sus órbitas. Y ante el fino cuero que ahora me envuelve, se recreará en el silencio de sus propias palabras. Haciendo cábalas extrañas entre mis manos y mi nariz, desde mis senos hasta mis pies.
Y aquellos ojos. Ellos.
Están ahora en mi sangre, siento cómo miran en mi interior. Es casi pornográfico. Pueden ver mis órganos y todo cuanto les rodea. Entraron por mi boca cuando intenté gritar. No salió sonido alguno, ellos acallaron mi voz de un solo trago. Suben, bajan, entran salen, me poseen tantas veces como les es posible. Buscan algo, yo lo sé y, ellos saben que conozco sus intenciones; también entraron en mi cerebro. En sus dos hemisferios.
Pero ese lugar que ellos anhelan, está vetado desde hace años. No hay llave mágica, no hay rendijas, ni existen bisagras por donde hacer palanca. Está blindado con acero traído de una estrella. De la segunda a la derecha. Y nada, ni nadie conseguirá jamás corromper ese acero.
Un corazón encerrado por voluntad propia dentro de una coraza indestructible. Parece muy típico, ¿verdad? Es posible. Pero no hay amargura, ni tristeza… Debajo de ese caparazón duro e infranqueable, existe el amor y la felicidad que lo mantiene vivo con cada uno de sus latidos. El primero, el segundo y todos lo que le siguen después.
He vomitado. Aquellos ojos. Ellos.
Levanto la vista y la imagen ha desaparecido.
Cojo del suelo mi ropa. Me visto. Salgo por la puerta de aquella habitación.
Una recepcionista tras un enorme mostrador me da un sobre. Lo abro. Hay una tarjeta de color rojo con letras negras, dice: “No apta”
Meto la tarjeta en el sobre y la señorita con una sonrisa aprendida y voz de locución electrónica, me desea un buen día.
Me marcho de allí. Dejo atrás el edificio gris y monstruoso de oficinas.
Camino rápido, mientras rompo en mil pedazos el sobre con su maldita tarjeta roja dentro y lanzo al aire esa lluvia liberadora.
Mi corazón acerado late, lo hace tan intensamente que se sale de mi pecho. Lo sujeto con mis manos y por un momento al tocarlo, siento como un chispazo la vida que lleva dentro.
Sonrío.
Lo sé.
Tengo un corazón de acero repleto de emociones y sentimientos. Me abrazo a mí misma y camino hacia el mañana.
Imagen de la película: "Noviembre dulce"



lunes, 29 de junio de 2015

ALIENTO


https://www.youtube.com/watch?v=kXPctL3iNCc

Las fuerzas me fallan y mi aliento es prácticamente un hilo imperceptible. Sé que no duraré mucho más en estas condiciones. Sigo avanzando, no me detendré a menos que mis piernas dejen de sostenerme, en cuyo caso ya no volveré a levantarme. Agotaré cualquier atisbo de vida que todavía pueda quedar en mi interior. Un gramo de oxígeno, una pequeña célula, la más mínima gota de sangre; todo ello lo usaré para poder continuar un poco más, hasta el final. Persigo una estrella, no una cualquiera, mí estrella.
Y me adentro cada vez más en la noche oscura con la misma vulnerabilidad que te proporciona la desnudez. Con la boca cosida para que no se escapen las palabras que son mi alimento. Y los ojos vueltos hacia el cielo, con la retina pegada a los párpados mirando hacia el infinito. En las manos mi corazón, donde meteré esa estrella que lo hará brillar de nuevo. Y lo llevaré entonces a mi pecho. Incluso es posible que la vida comience otra vez para mí. Tan solo necesito un latido, una estrella y un poco de piel para coser la herida.


* Imagen: Peter Pan.



miércoles, 17 de junio de 2015

CONCIERTO DE SÁEZ EN DELUXE POP CLUB

 El pasado mes de septiembre del 2014, Sáez dio un paso ante un público casi tan excitado como él mismo. Esto sucedía en la “Sala Wah Wah” de Valencia. Sin duda todo un privilegio. Su primer disco en solitario empezaba ya a ver el fin de las grabaciones, y rozó sutilmente la luz ofreciendo un concierto que no dejó impasible a nadie de los que estuvimos allí, almas incluidas.
Como si de un embarazo se tratase, 9 meses después tenemos la criatura terminada y preparada para salir al mundo.
Sigo a Sáez desde hace mucho tiempo. La casualidad hizo que nuestras vidas se cruzaran y con ellas, nuestras emociones y nuestros trabajos. Es posible, que no pueda ser del todo objetiva porque es uno de mis mejores amigos y le quiero. Pero ¿acaso esa amistad no hace más que saber apreciar y valorar lo que Javier Sáez ha vivido y sufrido para llegar hasta aquí? Ha sido un camino largo, duro, muy duro en muchos momentos, tanto que incluso a veces pensé que tiraría la toalla. Pero nunca lo hizo. Es posible que entre toda la gente que le quiere, que es mucha, siempre haya tenido una mano a la que agarrarse; pero también es muy posible que, la ilusión depositada en un proyecto de una magnitud emocional tan grande como significa en su vida (y ahora en la de todos nosotros) “Camina conmigo” le haya dado la suficiente fuerza para levantarse, coger su guitarra e irse al estudio a grabar hasta encontrar esa perfección que, señores, ¡sí existe!
Ahora en este 2015, después de haber realizado un excelente concierto semi acústico en “La Vitti” el 31 de mayo, vuelve a la carga a modo de despedida antes de editar disco por fin para el otoño, y dejarnos a todos durante el verano esperando con ansia “Camina conmigo”.
 Hace un par de semanas, el 12 de junio le tocó al Deluxe Pop Club ser el anfitrión de Sáez con banda. Músicos impecables: Guillermo Sanz Rodrigo (guitarra y coros), Marcelo Trías (batería) y Carlos Soler Otte (bajo y coros) formaban el combinado perfecto para que la noche si cabe, fuera aún más perfecta e intensa.
Un nervioso y emocionado Javier Sáez, nos deleitó con un repertorio de temas dignos de ser escuchados y sentidos una y otra vez. “Fuego”, “Elixir”, “Adiós”, “Monstruo” o la esperada “Traje marrón” entre otras, son parte de lo que podremos tener muy pronto en nuestros hogares en un formato físico. Aunque tuvimos un maravilloso regalo; esta vez solo, él, Javier Sáez, no pudo cerrar con una mejor carta que guardaba en su manga, un cover de “Standstill”, “Cuando ella toca el piano”. Si la banda lo escuchara, se sentirían orgullosos de la versión que hizo para todos nosotros con el máximo respeto y admiración. Creo que coincido con todo el público, cuando digo que nadie quería que aquello acabara. Era tal la complicidad entre los músicos, que se iba diseminando entre cada uno de nosotros formando así una conexión invisible de  latidos unidos a las cuerdas de sus guitarras, las baquetas, a una voz tan sublime como excitante. Dándolo todo en directo, como hacen los verdaderos artistas; entregando sus cuerdas vocales a registros que hacían temblar nuestro corazón. Y sí, deseabas que se esa emoción, ese sentir se prolongara en el tiempo y poder ser capaz de utilizar cada uno de aquellos cuatro huecos que posee un corazón, para almacenar lo vivido y atesorarlo para siempre.
Espero que ustedes fueran capaces de ello, yo lo hice.
Gracias, Javi por ser la persona que eres. Por tu enorme talento y por desear compartirlo con nosotros. Tu sencillez, humildad y cariño, te hace si eso es posible mejor persona aún que músico. La combinación resulta maravillosa, tú.
















Aquí dejo el primer tema que escuché del disco cuando aún era un embrión. "Monstruo"
No dejéis de escucharla.

https://www.youtube.com/watch?v=lrbl3tQSplU


martes, 9 de junio de 2015

DESPUÉS DEL CREPÚSCULO


Estoy algo conmocionada desde hace unos días con el recuerdo latente y palpitante de una película, “El crepúsculo de los dioses”. Será eso, o será éste calor insoportable que hace que mi cerebro se derrita y deje de pensar, de razonar…
Así que comenzaré inspirándome para éste relato, de la misma manera que empieza dicha película. Un muerto flotando en una piscina narra desde el más allá a modo de flash back todo lo que sucedió.


https://www.youtube.com/watch?v=lDpnjE1LUvE

“La mañana era tan brillante que te cegaba, abrasaba tus pupilas, una luz tan intensa que matizaba de un potente blanco todos los colores.
Él estaba allí. Contemplaba sin ningún tipo de pudor el cadáver que flotaba en la piscina.
Mi traje seguía igual de inmaculado que cuando lo vio por primera vez. Ahora parecía planchado por el peso del agua, pegado a mi cuerpo como una segunda piel de fina y suave seda. Aquella tela marcaba cada curva, cada recoveco que hacía tan solo unas horas palpitaban de vida. El color rosado se había intensificado al mojarse, ahora resultaba distinto, oscuro y mortecino. Mi cabello se movía con cierta ingravidez en el agua, como las algas que arrastran las olas, convirtiendo mi pelo en decenas de tentáculos que bailaban sin parar. Allí, boca abajo, parecía esperar a que llegara alguien a abrazarme desde el fondo; con los brazos abiertos en cruz. Infeliz.
Seguramente desde ese limbo en el que aún me encontraba no entendía exactamente qué era lo que acababa de suceder.
Las promesas vacías no sirven de nada cuando la vida te ha vapuleado tanto. La tinta de las palabras se diluye con las tormentas de verano, se emborronan cada uno de los sentimientos que quizá una vez tuviste.
Yo provoqué eso. Convertí su  vida en una dependencia absoluta de mi amor, de mi razón, de mi cuerpo, de mi alma, del deseo, de cada gramo de respiración que dejaba caer sobre mí mientras me hacía el amor.
Sucio y rastrero atajo de emociones mancillando la inocencia de mi cariño y amor hacia él.
No le odio, al contrario, me da lástima. Puedo sentirla. Toda esa lástima que puede dar alguien que nunca ha conocido el amor verdadero y que nunca lo conocerá. Cierra. Cierra hermética la puerta blindada de tu corazón, no intentaré entrar de nuevo, sé que no lo deseas, ya no. Y ya no podré, te has encargado de ello, y lo
has hecho bien.
He visto tu color, el de tu alma, he visto su textura. Negra, fría y áspera.
No acabé aquí por ser respetuosa, comprensiva y cariñosa. Pero tampoco por lo contrario.
El amor a veces resulta un arma de doble filo, traicionero y voraz, tanto como adentrarte en las fauces de un depredador ansioso por devorar a su presa; pero a la vez cálido como un abrazo en invierno. Tierno como un beso lento y dulce que seduce a tus labios y lo que va con ellos.
Lo sé, me dejé llevar, dejé que mi corazón gobernara mi razón y eso hizo que se alterasen todas las células de mi cuerpo.
Había sido tan hermosa…aún quedaba en mi rostro y en mi piel, los restos de la divinidad. Ese rostro angelical, la gracia natural al moverme, las maneras, delicadas y sutiles, eran solo un pequeño indicio de lo que podía llegar a proporcionarle. Su deseo y su egoísmo, me llevaron sin ningún problema directo a sus brazos. Apenas me daba cuenta. Deseaba  adentrarme en ellos, en su sugerente aliento y perderme allí para siempre. Sabía que encontraría la seguridad que ahora necesitaba. Él era y sería todo.
Pero el todo, rápido se convierte en nada. Y lo que antes estaba repleto de mieles y manjares, se convirtió en basura y podredumbre.
Expectativas…
Una sola palabra y todo se convierte en oscuridad, niebla y vacío.
Ni siquiera sé si deseaba intentarlo. Su locura “de amor” se anticipó a cualquier posible acto que yo pudiera realizar. Nada era suficiente. Nada complacía su ya desmesurada exigencia. Día tras día tan solo podía convertirme en un títere de sus antojos, de sus caprichos. Mi verdadera vida me había abandonado.
Cómo llegué a la piscina sigue siendo una incógnita para mí. Me sentí mareada bajo el sol y de repente el sabor a cloro se apoderó de mi paladar y entró en mi cuerpo sin pedir permiso.
Recuerdo las risas, el olor a alcohol de los cócteles. Su mano acariciando delicadamente mi rostro, su sonrisa de medio lado; típica cuando me ocultaba algo. Acerco mis labios a los suyos tan solo con su dedo indice  en mi barbilla. Me besó. Me mató.
Después solo un abrazo que me llevaba suspendida por el borde de la piscina, todo me daba vueltas, todo resultaba extraño, mi mente se nublaba, se apagaba.
Más tarde me encontraba respirando agua, sin forcejeo, sin luchar, no podía mover mis extremidades...solo podía dejar que ocurriera.

Por qué lo hizo sería una buena pregunta. ¿Por amor, pasión, odio tal vez? Nunca lo sabré. Es posible que la policía que viene de camino llegue a averiguarlo algún día, pero entonces ya no servirá de nada, al menos no para mí. Poco me importará lo que le ocurra, lo que hagan con él. Si se hará justicia o no. 
Pero sé que él llevara para siempre como un lacre de cera caliente en sus labios, aquél último beso que me robó."

 * Imagen perteneciente a la  película "El crepúsculo de los Dioses"

  








miércoles, 27 de mayo de 2015

MI VOZ



https://www.youtube.com/watch?v=XmQuIsDnQ3k


Sé que está ahí.

Quizá sea muda, sorda y ciega. Pero en algún lugar debajo de la piel, entre todos esos otros sonidos de mi cuerpo, se encuentra ella.
No tengo miedo a escucharla, al contrario, tengo miedo de que se pierda entre este tumulto incontrolado.
Cavaré como un presidiario en su celda, aunque sea con una cuchara de hojalata, en las profundidades de cualquier muro que se interponga entre mi voz y yo.

No hay una razón para dejar de escuchar, pero sí para dejar de hablar.
Yo te escucho, sigo aquí.

Encuentra la manera de llegar hasta mí.
Estamos muy cerca.
Mírame.
Óyeme.
Háblame.

Soy tú.

Lo siento.
Perdóname.
Te quiero.
Gracias.



*Imagen de la película: "Café de Flore"





jueves, 14 de mayo de 2015

ERAN DE COLOR MIEL



Eran de color miel. Dulces, atrayentes, vestidos de infinitas pestañas que me acariciaban en cada mirada, penetrando en mi interior como el zumbido de cientos de abejas en un panal. Convirtiendo ese sonido en la más sensual de las melodías, acariciando mi rostro, mi cuello, mi pecho, mi vientre, todos y cada uno de mis recovecos.
Y cada vez con más deseo de besarte, de tocarte, de retenerte entre mis labios, entre mis brazos...
Es deseo sí, y también es amor, un amor labrado a lo largo del tiempo; observándote, viéndote desde lejos, con toda la sensualidad que conlleva el saber que miras sin ser el otro consciente…

No sé qué tienes, pero me fascinas, me enganchas. Eres una droga para mí y soy adicta, es más, quiero serlo. Drogarme de ti, sería el mayor de los placeres que podría proporcionarme la vida.
Me enamoré loca y perdidamente.


* Fotegrafía: Joaquin Phoenix. (Desconozco el fotógrafo)


domingo, 10 de mayo de 2015

EL CANTO DE LA SIRENA II


https://www.youtube.com/watch?v=mrjohQ_PDTY



Se ha salido la sangre de mi cuerpo, toda, y no me he dado cuenta. Miro hacia el suelo ahora de color rojo; he manchado el parquet, tendré que limpiarlo, quizá tenga que usar un producto especial. Espero no estropearlo, es de madera de olivo, tan bonito…
Busco en mi cuerpo un orificio o corte por donde se haya podido derramar la sangre, pero no veo rastro de ella, ni nada que se pueda asemejar a una herida. ¿Qué extraño?
Estoy algo mareada y me falta el aire, aunque sé, no puedo explicar cómo, que no voy a perder el conocimiento; es como si se me estuviera yendo la vida pero siendo plenamente consciente de que no voy a morir.
Me apoyo en el marco de la puerta con la mano, veo en él una marca intensa de color rojo. Parece una rosa recién cortada, aún fresca, de tonos exultantes y llamativos. Soy yo, es mi mano la que ha dibujado con tanta frescura ese cuadro minimalista sobre el blanco marco de la puerta. Mi mano está llena de sangre. Ahora lo entiendo, ha salido de mis labios. Apoyo la espalda en la pared y me dejo escurrir hasta el suelo por miedo a marearme. Allí sentada llevo mis manos a mis labios…están calientes, viscosos. Introduzco ligeramente los dedos en mi boca y me doy cuenta de que está completamente llena de sangre; puedo sentir su sabor salado y metálico.
¿Qué ha ocurrido? Es cierto que siento desde hace tiempo la necesidad de sacar de mi interior, una especie de tumoración que ha ido creciendo más y más cada día. Pero nunca imaginé que ocurriría de ésta manera, en un sanguinolento vómito de células y emociones ligadas como una mayonesa por el suero de mi sangre. ¿Se limpiará así mi corazón y mi conciencia? ¿Desaparecerán los miedos, las dudas y todo aquello que me aterra, y no me deja vivir en paz conmigo misma?
Hice mis prácticas en hemodiálisis durante un tiempo cuando estudiaba…sé cómo funcionan esas máquinas. Pero es que yo la he perdido ¡toda! ¿Qué haré? ¿Será posible seguir viviendo sin esos pocos litros de fluido carmesí, tan codiciado en los libros de Anne Rice que leía durante mi juventud, e indispensables para los seres humanos?

No doy crédito a lo que está ocurriendo.
Permanezco unos instantes en el suelo, quizá minutos, horas…no lo sé. La noción del tiempo ha pasado a algún plano lejano ahora para mí, tan solo soy consciente de mi interior vacío, de la cáscara insulsa en la que se ha convertido ahora mi cuerpo.
Miro mis piernas dejadas caer como de una muñeca de trapo sobre el suelo del pasillo, y soy consciente de que se dibuja una sonrisa en mi rostro al recordar que una vez hace mucho tiempo se sumergían en el mar, y se transformaban en la cola de una Sirena a su contacto.
Sí, una vez fui Sirena, con mis escamas relucientes al sol. Con una melena capaz de enredar las manos de los marinos más diestros en la mar. Y con una voz que cautivaba en la distancia, allá dónde se pierde la vista, allá donde solo hay hielo, incluso más allá de los límites de la Tierra.
Yo fui una Sirena…”varada por la realidad”

Pero un día hubo un maremoto en los corazones de las personas que amaba y, de repente todo se transformó en un árido desierto. Siendo la sangre caliente lo único que corría por mis venas, mi piel se secó, perdí mi preciado cabello y nunca más volví a sumergirme en el mar. A partir de aquél día me dio miedo acercarme a él.
¿Será una señal mi sangre derramada? ¿Acaso volverán a aparecer en mi piel las brillantes escamas, mi cola plateada, tornasolada como las perlas y suave y fina como el agua del océano?
Miro mis brazos y no han perdido su color, mi piel mantiene su sonrosada característica.
La sangre ha desaparecido, el suelo está tan limpio que me puedo ver reflejada en él…la madera está tan viva como yo; como mi corazón de Sirena que en el fondo de mí nunca dejó de cantar, y a partir de ahora sé que nunca lo hará.
Un pulso llega desde el techo y una especie de puerta se abre desbordando mar por todas partes. Abro mi boca tanto como soy capaz, y me lleno de toda esa agua que brota naufraga hacia mí.
Mis arterías se rellenan, mis venas vuelven a sentir el retorno del latido de mi corazón. Ahora todo está es su lugar, las aguas han vuelto a su cauce. El mar ha tomado lo que era suyo. Y yo, por fin vuelvo a ser quien era. La sirena que nunca debí dejar de ser.
El océano volverá a ser para siempre mi hogar.
Vuelvo a casa.

*Ilustración de Benjamin Lacombe



viernes, 8 de mayo de 2015

UNA BÁSCULA, POR FAVOR.


(...) un amasijo de sentimientos,hordas de lágrimas que trafican con la sangre de tus venas al haber vendido tu alma al más hermoso y a la vez más loco de los tormentos.

                                                                                                      "El olvido" Canción de Invierno.

https://www.youtube.com/watch?v=STxXS5lLunE

  ¿Se pueden medir las emociones?
  Existe un sistema métrico para el volumen del agua, el volumen de la masa, para la distancia; sea del tipo que sea lo que deseamos medir hay una manera de hacerlo.
Pero ¿qué hay cuando se trata de cuantificar el amor, el afecto o el cariño? He buscado en libros, en enciclopedias escritas en papel, incluso en la famosa Wikipedia  que parece saberlo todo. Pero nada, no he encontrado ni rastro de un “amorometro”, de pesas de cariño, o de una balanza de afecto.
Entonces, ¿cómo se hace? ¿Somos capaces por nosotros mismos de reconocer esa medida?¿Se trata de la cantidad adecuada la que le damos, regalamos u otorgamos a cada persona? ¿Nos excedemos?, o todo lo contrario, ¿nos quedamos cortos?

Por ejemplo: el sabor amargo de una despedida. Siempre he sentido que no sabemos despedirnos (y es algo que considero muy, muy importante en las relaciones humanas, dice mucho de las personas; me atrevo a decir que incluso más que los encuentros), ese momento de incertidumbre entre abrazar, llorar, o salir corriendo antes de que tus sentimientos sean tan evidentes que caigas muerta de vergüenza.

O qué me decís de el despertar junto a alguien por la mañana después de pasar una noche juntos…¿Abrazas, besas, hablas, das los buenos días, te vas a la ducha, preparas café? Será tan importante, tanto lo que hagas, como lo que dejes de hacer y, viceversa…

Nuestros padres, hermanos y demás familia. ¿Les amamos lo suficiente? o ¿esa especie de inercia y costumbre hace que a veces subestimemos esas emociones?

Lo mismo ocurre con los amigos, los vecinos, el tendero de abajo, el conductor del autobús…
Todas y cada una de esas personas a las que de alguna manera "amas", sea de la forma que sea; están en tu vida y forman parte de ella.
¿Por qué querer más a una que a otra? ¿Por lo que te aportan? Quizá ¿por lo que no hacen?

Extraña manera la que tiene el cariño de atraparte. Llega agazapado, despacio, y cuando menos te lo esperas se ha abalanzado sobre ti como una pantera en celo. No vas a escapar, ya no podrás, las garras del afecto son afiladas y sangras tanto que te desvaneces rendido a sus pies. De hecho deseas caer para que te envuelva en esa especie de nube soporífera de cariño esponjoso, dulce y tierno.

Qué bonito es el amor, el amor en toda su extensión y realmente qué inútiles somos para amar.
Cuando debes hacerlo no lo haces por miedo, cuando no debes lo haces porque sientes que perdiste la oportunidad anterior. Y cuando de verdad deseas hacerlo, o no llega, o nunca es suficiente. Y ésto solo en cuanto al amor romántico.
Palabras mayores en lo que se refiere al amor paterno-filial…somos unos putos desastres.

Amemos, por el amor de ese Dios que nos observa flipando sentado desde alguna nube allá en el ancho cielo. Echándose las manos a la cabeza pensando, qué estamos haciendo con todas las emociones que nos ha dado.

Yo creo que no sé medirlo.
Y suelo meter la pata. Me excedo, me quedo corta, me excedo más, me quedo mucho más corta…y al final el amor se queda a medio camino de la nada y la nube de Dios,o esa es la sensación que a mí me queda.
Conclusión, no sé amar.

Pero vosotros, no dejéis de intentarlo. Creo que dicen por ahí que, nunca es tarde.



*Imagen de la película basada en la novela:  La mujer del viajero en el tiempo.




martes, 5 de mayo de 2015

NO CONFÍES EN LOS COLORES


https://www.youtube.com/watch?v=STKkWj2WpWM


Lo intenté muchas veces. Escribirte.
Hoy lo vuelvo a hacer y no cederé como en tantas otras  ocasiones, necesito que ocurra de una vez; decirte lo que pienso, lo que siento, lo que me corroe por dentro sin ningún tipo de piedad, destruyendo poco a poco lo que queda de mí. Aunque después de tanto tiempo no sirva de nada, aunque ni siquiera puedas ser capaz de entenderlo porque ya ni yo misma soy capaz de expresarlo. Aún hoy sigue siendo una necesidad vital.

Es difícil hablarle a alguien que no existe, alguien que sabes a ciencia cierta que nunca existirá, pero que de alguna forma aunque sea en algún lugar impalpable incluso para la imaginación, es real.
Y desde ahí, desde ese limbo que ha creado a costa de mi sacrificio, escuchará hoy lo que tengo que decirle.
Gritaré tan alto que, el sonido de mi voz viajará mil veces antes de rebotar y volver a ti dentro de esas cuatro paredes de cristal y ternura en las que parece te han encerrado pensando que no te encontraría.

Te odio, te odio tanto como puedo ser capaz de hacerlo con mi alma humana. Desprecio cada instante que perdí pensando en ti, en tu cara, en tu piel, en tus redondos ojos mirándome con tanta intensidad y amor que hubieran sido capaz de matarme. Desprecio tu llanto, aquél que yo nunca hubiese sido capaz de consolar pues no me correspondía a mí, no fui la elegida…Quizá sigas esperando, no lo sé, ya no podré saberlo. Me fue arrebatado ese don, sin preguntar, sin tener en cuenta mis deseos; mi condición más primitiva de mujer se perdió una mañana de primavera hace ya mucho tiempo…

Te amo, te amo tanto como puedo ser capaz de hacerlo con mi alma humana. Adoro cada instante que pasé pensando en ti, en tu cara, en tu piel, en tus redondos ojos mirándome con tanta intensidad y amor que hubiera sido capaz de matar por ellos. Amo tu llanto, aquél que yo hubiese sido capaz de consolar cada noche, cada día, si hubiera sido la elegida…Quizá sigas esperando, no lo sé, ya no podré saberlo. Me fue arrebatado ese don, sin preguntar, sin tener en cuenta mis deseos; mi condición más primitiva de mujer se perdió una mañana de primavera hace ya mucho tiempo…

Te quiero pero no me esperes,
ya no podré ser tu madre.

* Imagen: Alicia en el País de Las Maravillas




lunes, 27 de abril de 2015

CONFESIÓN

Hay momentos en los que las circunstancias, lo que sientes, te conducen inevitablemente  a las palabras.
Eso está bien, aunque a veces ocurre de una forma tan sumamente catalizadora y exorcizante que, no eres capaz de ordenar en tu cabeza ni una sola frase coherente. Respirar y escribir, plasmar palabras sobre el papel, eso es simplemente lo que deseas hacer. Vomitar todo aquello que se atropella en tu interior y se convierte en un fantasmagórico nudo dentro de tu garganta.
Estoy segura de que habéis sentido esto alguna vez, sea o no la escritura vuestra forma de expresar las emociones.
Quién sabe lo que encontrarán cuando muera entre mis libretas y carpetas, es posible que nada de interés para nadie. Pero mientras siga viva necesito imperiosamente compartir, desmembrar los sentimientos para que así se hagan pequeños y pueda con ellos. Cada día una nueva batalla.

Imagen de la película: " To the Wonder"


https://www.youtube.com/watch?v=Zxn0-KNyAZU