Desde ese momento un sinfín de vivencias nos esperan como un libro abierto de aventuras que, se sucederán a lo largo de nuestra vida e iremos pasando páginas y seremos los protagonistas de nuestra historia, queramos o no. Y nos educarán de la mejor forma posible para que las sintamos, para que disfrutemos cada instante sea del tipo que sea. La vida no siempre es de color de rosa. Pero la belleza está latente en cada paso que damos, en cada gesto, en cada respiración. Si nos detenemos un momento, si ralentizamos el motor están ahí, palpitando a cada golpe de vida. Como dice aquella frase de película, “la vida es una caja de bombones y nunca sabes cuál te va a tocar”
Los hay dulces, también los hay con sabores inimaginables; estos son capaces de evocarte situaciones y momentos del pasado, incluso pueden transportarte a lugares de ensueño. Pero también están los amargos, los que pican en tu lengua como mil ortigas que se clavan a la vez. Entonces piensas que, si comiendo otra de aquellas tentaciones de chocolate podrás borrar de tu paladar el sabor que ha dejado como una apisonadora de dolor. Y elegimos nosotros mismo ante aquella caja abierta si seguir o no. Decidimos, tomamos consciencia de lo que deseamos hacer.
Ojalá todo fuese tan sencillo como eso.
La vida es en blanco y negro. Dolor y alegría. Lo intermedio es mediocre.
Pero aquellas personas que en su mejor hacer intentan guiarnos, y me consta que es una labor compleja digna de medalla, hay algo para lo que nunca nos preparan, y es para lo único cierto de nuestra existencia. La muerte. No hay bombones de ese sabor envueltos en papel brillante, ni adornados con semillas de frutos exóticos, tan siquiera aquellos rellenos de licor.
La muerte se esconde bajo el papel dorado del cartón prefabricado con forma de corazón.
Nadie sabe qué le deparará la vida. Aun tomando nuestras propias decisiones, los cruces de caminos son tan insospechados que en ocasiones no poseemos todas las cartas para echar una partida. Y muchas veces no somos capaces de mantener la cordura del alma. Entonces hablamos de destino y casualidad.
Yo creo que llegamos aquí con un contrato, con una serie de intervenciones que debemos hacer y cuando las cumplimos, tengamos la edad que tengamos, nos marchamos. Muy probablemente no seremos conscientes de aquello que hemos hecho, de todo lo que hemos aportado a las personas que nos rodean y de cuánto dejamos de nosotros en este mundo, pero a mí esta manera de pensar me alivia, me da paz el pensar que cuando me marche habré cumplido con el propósito de mi vida, que además de disfrutar de ella, otra de mis labores era hacer regalos a mis semejantes y seres queridos.
La vida es un milagro, un don maravilloso que no debemos desaprovechar, pero debemos ser conscientes de su fecha de caducidad. Todo tiene un principio y un fin.
Tengo la certeza absoluta de que nadie muere si seguimos recordándola y amándola.
La muerte puede ser cruel, puede llegar con lágrimas y dolor…pero ¿acaso no fue así como llegamos a este mundo?
Quizá, lo creas o no, morir sea volver a nacer.
Sed felices.
Imagen de la película " El árbol de la vida"