domingo, 2 de noviembre de 2014

EN TU ORILLA

En este silencio encuentro los evocadores recuerdos de tus caricias ancladas en mi piel; delicados dedos que se deslizaban por ella y que mi cuerpo esperaba con ansia, como la herida a la sangre. Así lo hacías, así recorrías cada centímetro de mi piel, intentando penetrar en ella, traspasar los límites físicos, la lógica de la materia, para succionar el deseo y devorarlo entre delicados bocados de placer.
Me cogiste de la mano y me invitaste a subir en esa noria de besos infinitos, robándonos los labios entre susurros, con una erótica melodía de fondo, la que escriben dos cuerpos al unirse, al rozarse, al abandonarse al fin ante su inevitable destino.
Tu delicadeza rozando cada aliento que derramaba mi boca y atrapando en la orilla de mis labios la respiración que provocabas en mi interior, sobrecogía mi corazón, abrumado ante la sutileza de cada uno de tus actos, de tus movimientos que alteraban mi mundo racional, el que durante todos estos años pretendía alejarme de ti.



El tiempo nos observa y cae sobre nosotros intentando prevenirnos de  su implacable presencia, pero lo ignoramos y lo retamos con nuestras risas y cariño, pensando que nunca nos dará alcance, que nuestra condición de amantes nos exenta de su mano lacerante de sueños. Pero él permanece y nos mira sin piedad, esperando el momento oportuno para actuar y hacer tangible la distancia que nos separa.


Tengo constantes imágenes en mi cabeza. Fluyen sin parar intentando expresar lo sentido estos días. Ríos de emociones se agolpan en mis labios intentando escapar con el verbo y tatuarse así entre páginas en blanco donde perecer eternamente, convertirse en historia, en recuerdos perennes sujetos siempre al amor que nos procesamos en aquél solsticio de primavera.



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