viernes, 8 de mayo de 2015

UNA BÁSCULA, POR FAVOR.


(...) un amasijo de sentimientos,hordas de lágrimas que trafican con la sangre de tus venas al haber vendido tu alma al más hermoso y a la vez más loco de los tormentos.

                                                                                                      "El olvido" Canción de Invierno.

https://www.youtube.com/watch?v=STxXS5lLunE

  ¿Se pueden medir las emociones?
  Existe un sistema métrico para el volumen del agua, el volumen de la masa, para la distancia; sea del tipo que sea lo que deseamos medir hay una manera de hacerlo.
Pero ¿qué hay cuando se trata de cuantificar el amor, el afecto o el cariño? He buscado en libros, en enciclopedias escritas en papel, incluso en la famosa Wikipedia  que parece saberlo todo. Pero nada, no he encontrado ni rastro de un “amorometro”, de pesas de cariño, o de una balanza de afecto.
Entonces, ¿cómo se hace? ¿Somos capaces por nosotros mismos de reconocer esa medida?¿Se trata de la cantidad adecuada la que le damos, regalamos u otorgamos a cada persona? ¿Nos excedemos?, o todo lo contrario, ¿nos quedamos cortos?

Por ejemplo: el sabor amargo de una despedida. Siempre he sentido que no sabemos despedirnos (y es algo que considero muy, muy importante en las relaciones humanas, dice mucho de las personas; me atrevo a decir que incluso más que los encuentros), ese momento de incertidumbre entre abrazar, llorar, o salir corriendo antes de que tus sentimientos sean tan evidentes que caigas muerta de vergüenza.

O qué me decís de el despertar junto a alguien por la mañana después de pasar una noche juntos…¿Abrazas, besas, hablas, das los buenos días, te vas a la ducha, preparas café? Será tan importante, tanto lo que hagas, como lo que dejes de hacer y, viceversa…

Nuestros padres, hermanos y demás familia. ¿Les amamos lo suficiente? o ¿esa especie de inercia y costumbre hace que a veces subestimemos esas emociones?

Lo mismo ocurre con los amigos, los vecinos, el tendero de abajo, el conductor del autobús…
Todas y cada una de esas personas a las que de alguna manera "amas", sea de la forma que sea; están en tu vida y forman parte de ella.
¿Por qué querer más a una que a otra? ¿Por lo que te aportan? Quizá ¿por lo que no hacen?

Extraña manera la que tiene el cariño de atraparte. Llega agazapado, despacio, y cuando menos te lo esperas se ha abalanzado sobre ti como una pantera en celo. No vas a escapar, ya no podrás, las garras del afecto son afiladas y sangras tanto que te desvaneces rendido a sus pies. De hecho deseas caer para que te envuelva en esa especie de nube soporífera de cariño esponjoso, dulce y tierno.

Qué bonito es el amor, el amor en toda su extensión y realmente qué inútiles somos para amar.
Cuando debes hacerlo no lo haces por miedo, cuando no debes lo haces porque sientes que perdiste la oportunidad anterior. Y cuando de verdad deseas hacerlo, o no llega, o nunca es suficiente. Y ésto solo en cuanto al amor romántico.
Palabras mayores en lo que se refiere al amor paterno-filial…somos unos putos desastres.

Amemos, por el amor de ese Dios que nos observa flipando sentado desde alguna nube allá en el ancho cielo. Echándose las manos a la cabeza pensando, qué estamos haciendo con todas las emociones que nos ha dado.

Yo creo que no sé medirlo.
Y suelo meter la pata. Me excedo, me quedo corta, me excedo más, me quedo mucho más corta…y al final el amor se queda a medio camino de la nada y la nube de Dios,o esa es la sensación que a mí me queda.
Conclusión, no sé amar.

Pero vosotros, no dejéis de intentarlo. Creo que dicen por ahí que, nunca es tarde.



*Imagen de la película basada en la novela:  La mujer del viajero en el tiempo.




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