martes, 9 de junio de 2015

DESPUÉS DEL CREPÚSCULO


Estoy algo conmocionada desde hace unos días con el recuerdo latente y palpitante de una película, “El crepúsculo de los dioses”. Será eso, o será éste calor insoportable que hace que mi cerebro se derrita y deje de pensar, de razonar…
Así que comenzaré inspirándome para éste relato, de la misma manera que empieza dicha película. Un muerto flotando en una piscina narra desde el más allá a modo de flash back todo lo que sucedió.


https://www.youtube.com/watch?v=lDpnjE1LUvE

“La mañana era tan brillante que te cegaba, abrasaba tus pupilas, una luz tan intensa que matizaba de un potente blanco todos los colores.
Él estaba allí. Contemplaba sin ningún tipo de pudor el cadáver que flotaba en la piscina.
Mi traje seguía igual de inmaculado que cuando lo vio por primera vez. Ahora parecía planchado por el peso del agua, pegado a mi cuerpo como una segunda piel de fina y suave seda. Aquella tela marcaba cada curva, cada recoveco que hacía tan solo unas horas palpitaban de vida. El color rosado se había intensificado al mojarse, ahora resultaba distinto, oscuro y mortecino. Mi cabello se movía con cierta ingravidez en el agua, como las algas que arrastran las olas, convirtiendo mi pelo en decenas de tentáculos que bailaban sin parar. Allí, boca abajo, parecía esperar a que llegara alguien a abrazarme desde el fondo; con los brazos abiertos en cruz. Infeliz.
Seguramente desde ese limbo en el que aún me encontraba no entendía exactamente qué era lo que acababa de suceder.
Las promesas vacías no sirven de nada cuando la vida te ha vapuleado tanto. La tinta de las palabras se diluye con las tormentas de verano, se emborronan cada uno de los sentimientos que quizá una vez tuviste.
Yo provoqué eso. Convertí su  vida en una dependencia absoluta de mi amor, de mi razón, de mi cuerpo, de mi alma, del deseo, de cada gramo de respiración que dejaba caer sobre mí mientras me hacía el amor.
Sucio y rastrero atajo de emociones mancillando la inocencia de mi cariño y amor hacia él.
No le odio, al contrario, me da lástima. Puedo sentirla. Toda esa lástima que puede dar alguien que nunca ha conocido el amor verdadero y que nunca lo conocerá. Cierra. Cierra hermética la puerta blindada de tu corazón, no intentaré entrar de nuevo, sé que no lo deseas, ya no. Y ya no podré, te has encargado de ello, y lo
has hecho bien.
He visto tu color, el de tu alma, he visto su textura. Negra, fría y áspera.
No acabé aquí por ser respetuosa, comprensiva y cariñosa. Pero tampoco por lo contrario.
El amor a veces resulta un arma de doble filo, traicionero y voraz, tanto como adentrarte en las fauces de un depredador ansioso por devorar a su presa; pero a la vez cálido como un abrazo en invierno. Tierno como un beso lento y dulce que seduce a tus labios y lo que va con ellos.
Lo sé, me dejé llevar, dejé que mi corazón gobernara mi razón y eso hizo que se alterasen todas las células de mi cuerpo.
Había sido tan hermosa…aún quedaba en mi rostro y en mi piel, los restos de la divinidad. Ese rostro angelical, la gracia natural al moverme, las maneras, delicadas y sutiles, eran solo un pequeño indicio de lo que podía llegar a proporcionarle. Su deseo y su egoísmo, me llevaron sin ningún problema directo a sus brazos. Apenas me daba cuenta. Deseaba  adentrarme en ellos, en su sugerente aliento y perderme allí para siempre. Sabía que encontraría la seguridad que ahora necesitaba. Él era y sería todo.
Pero el todo, rápido se convierte en nada. Y lo que antes estaba repleto de mieles y manjares, se convirtió en basura y podredumbre.
Expectativas…
Una sola palabra y todo se convierte en oscuridad, niebla y vacío.
Ni siquiera sé si deseaba intentarlo. Su locura “de amor” se anticipó a cualquier posible acto que yo pudiera realizar. Nada era suficiente. Nada complacía su ya desmesurada exigencia. Día tras día tan solo podía convertirme en un títere de sus antojos, de sus caprichos. Mi verdadera vida me había abandonado.
Cómo llegué a la piscina sigue siendo una incógnita para mí. Me sentí mareada bajo el sol y de repente el sabor a cloro se apoderó de mi paladar y entró en mi cuerpo sin pedir permiso.
Recuerdo las risas, el olor a alcohol de los cócteles. Su mano acariciando delicadamente mi rostro, su sonrisa de medio lado; típica cuando me ocultaba algo. Acerco mis labios a los suyos tan solo con su dedo indice  en mi barbilla. Me besó. Me mató.
Después solo un abrazo que me llevaba suspendida por el borde de la piscina, todo me daba vueltas, todo resultaba extraño, mi mente se nublaba, se apagaba.
Más tarde me encontraba respirando agua, sin forcejeo, sin luchar, no podía mover mis extremidades...solo podía dejar que ocurriera.

Por qué lo hizo sería una buena pregunta. ¿Por amor, pasión, odio tal vez? Nunca lo sabré. Es posible que la policía que viene de camino llegue a averiguarlo algún día, pero entonces ya no servirá de nada, al menos no para mí. Poco me importará lo que le ocurra, lo que hagan con él. Si se hará justicia o no. 
Pero sé que él llevara para siempre como un lacre de cera caliente en sus labios, aquél último beso que me robó."

 * Imagen perteneciente a la  película "El crepúsculo de los Dioses"

  








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