Eran de color miel. Dulces, atrayentes, vestidos de
infinitas pestañas que me acariciaban en cada mirada, penetrando en mi interior
como el zumbido de cientos de abejas en un panal. Convirtiendo ese sonido en la
más sensual de las melodías, acariciando mi rostro, mi cuello, mi pecho, mi vientre, todos y cada uno de mis recovecos.
Y cada vez con más deseo de besarte, de tocarte, de retenerte entre mis labios, entre mis brazos...
Es deseo sí, y también es amor, un amor labrado a lo largo del tiempo; observándote, viéndote desde lejos, con toda la sensualidad que conlleva el saber que miras sin ser el otro consciente…
No sé qué tienes, pero me fascinas, me enganchas. Eres una droga para mí y soy adicta, es más, quiero serlo. Drogarme de ti, sería el mayor de los placeres que podría proporcionarme la vida.
Me enamoré loca y perdidamente.
Y cada vez con más deseo de besarte, de tocarte, de retenerte entre mis labios, entre mis brazos...
Es deseo sí, y también es amor, un amor labrado a lo largo del tiempo; observándote, viéndote desde lejos, con toda la sensualidad que conlleva el saber que miras sin ser el otro consciente…
No sé qué tienes, pero me fascinas, me enganchas. Eres una droga para mí y soy adicta, es más, quiero serlo. Drogarme de ti, sería el mayor de los placeres que podría proporcionarme la vida.
Me enamoré loca y perdidamente.
* Fotegrafía: Joaquin Phoenix. (Desconozco el fotógrafo)
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