domingo, 10 de mayo de 2015

EL CANTO DE LA SIRENA II


https://www.youtube.com/watch?v=mrjohQ_PDTY



Se ha salido la sangre de mi cuerpo, toda, y no me he dado cuenta. Miro hacia el suelo ahora de color rojo; he manchado el parquet, tendré que limpiarlo, quizá tenga que usar un producto especial. Espero no estropearlo, es de madera de olivo, tan bonito…
Busco en mi cuerpo un orificio o corte por donde se haya podido derramar la sangre, pero no veo rastro de ella, ni nada que se pueda asemejar a una herida. ¿Qué extraño?
Estoy algo mareada y me falta el aire, aunque sé, no puedo explicar cómo, que no voy a perder el conocimiento; es como si se me estuviera yendo la vida pero siendo plenamente consciente de que no voy a morir.
Me apoyo en el marco de la puerta con la mano, veo en él una marca intensa de color rojo. Parece una rosa recién cortada, aún fresca, de tonos exultantes y llamativos. Soy yo, es mi mano la que ha dibujado con tanta frescura ese cuadro minimalista sobre el blanco marco de la puerta. Mi mano está llena de sangre. Ahora lo entiendo, ha salido de mis labios. Apoyo la espalda en la pared y me dejo escurrir hasta el suelo por miedo a marearme. Allí sentada llevo mis manos a mis labios…están calientes, viscosos. Introduzco ligeramente los dedos en mi boca y me doy cuenta de que está completamente llena de sangre; puedo sentir su sabor salado y metálico.
¿Qué ha ocurrido? Es cierto que siento desde hace tiempo la necesidad de sacar de mi interior, una especie de tumoración que ha ido creciendo más y más cada día. Pero nunca imaginé que ocurriría de ésta manera, en un sanguinolento vómito de células y emociones ligadas como una mayonesa por el suero de mi sangre. ¿Se limpiará así mi corazón y mi conciencia? ¿Desaparecerán los miedos, las dudas y todo aquello que me aterra, y no me deja vivir en paz conmigo misma?
Hice mis prácticas en hemodiálisis durante un tiempo cuando estudiaba…sé cómo funcionan esas máquinas. Pero es que yo la he perdido ¡toda! ¿Qué haré? ¿Será posible seguir viviendo sin esos pocos litros de fluido carmesí, tan codiciado en los libros de Anne Rice que leía durante mi juventud, e indispensables para los seres humanos?

No doy crédito a lo que está ocurriendo.
Permanezco unos instantes en el suelo, quizá minutos, horas…no lo sé. La noción del tiempo ha pasado a algún plano lejano ahora para mí, tan solo soy consciente de mi interior vacío, de la cáscara insulsa en la que se ha convertido ahora mi cuerpo.
Miro mis piernas dejadas caer como de una muñeca de trapo sobre el suelo del pasillo, y soy consciente de que se dibuja una sonrisa en mi rostro al recordar que una vez hace mucho tiempo se sumergían en el mar, y se transformaban en la cola de una Sirena a su contacto.
Sí, una vez fui Sirena, con mis escamas relucientes al sol. Con una melena capaz de enredar las manos de los marinos más diestros en la mar. Y con una voz que cautivaba en la distancia, allá dónde se pierde la vista, allá donde solo hay hielo, incluso más allá de los límites de la Tierra.
Yo fui una Sirena…”varada por la realidad”

Pero un día hubo un maremoto en los corazones de las personas que amaba y, de repente todo se transformó en un árido desierto. Siendo la sangre caliente lo único que corría por mis venas, mi piel se secó, perdí mi preciado cabello y nunca más volví a sumergirme en el mar. A partir de aquél día me dio miedo acercarme a él.
¿Será una señal mi sangre derramada? ¿Acaso volverán a aparecer en mi piel las brillantes escamas, mi cola plateada, tornasolada como las perlas y suave y fina como el agua del océano?
Miro mis brazos y no han perdido su color, mi piel mantiene su sonrosada característica.
La sangre ha desaparecido, el suelo está tan limpio que me puedo ver reflejada en él…la madera está tan viva como yo; como mi corazón de Sirena que en el fondo de mí nunca dejó de cantar, y a partir de ahora sé que nunca lo hará.
Un pulso llega desde el techo y una especie de puerta se abre desbordando mar por todas partes. Abro mi boca tanto como soy capaz, y me lleno de toda esa agua que brota naufraga hacia mí.
Mis arterías se rellenan, mis venas vuelven a sentir el retorno del latido de mi corazón. Ahora todo está es su lugar, las aguas han vuelto a su cauce. El mar ha tomado lo que era suyo. Y yo, por fin vuelvo a ser quien era. La sirena que nunca debí dejar de ser.
El océano volverá a ser para siempre mi hogar.
Vuelvo a casa.

*Ilustración de Benjamin Lacombe



No hay comentarios:

Publicar un comentario