sábado, 19 de septiembre de 2015

Vacaciones de vida


*Tema de Jonathan &Melissa Helser "Earth like Heaven"


Cerró los ojos un instante. Pensó que era el momento de tomarse unas vacaciones de vida. ¿Sería eso posible? Seguro que sí, tendría que existir alguna manera de hacerlo porque si continuaba viviendo, moriría.
El pulso que tiembla, el hormigueo en las piernas, las palpitaciones, la punzada en el estómago, el cerebro embotado y la lengua de trapo, eran entre otros, los primeros síntomas de que algo no marchaba bien. Así que se dedicó a buscar. Lo hacía por todas partes, en su casa, en la calle, entre los libros, en los ojos de la gente, incluso comenzó a cavar en la tierra. Pero no encontraba nada, ni una señal o marca alguna que le guiara o indicara hacia dónde ir, cómo o qué tenía que hacer. Pero no podía rendirse, ya no, ya no volvería atrás. La decisión estaba tomada y no descansaría hasta que sus vacaciones de vida fueran una realidad.
El deterioro era cada vez mayor, parecía que se hubiera acelerado el proceso. Su aspecto era lamentable, distaba mucho de lo que había sido. Huía de los espejos, de los cristales, de cualquier superficie en la que pudiera verse reflejada, pues a ella misma le asustaba verse así. Pero eso no era lo peor sino que por dentro le ocurría exactamente lo mismo. No podía verlo, pero sí sentirlo. Y lo sentía… Si no abandonaba la vida, moriría posiblemente en pocas horas.
Estaba tan cansada, tan agotada que tuvo que detenerse en el camino. Se desplomó. Cayó al suelo y por un momento creyó que era el final. Se apartó las greñas que le caían por los ojos con la poca fuerza que le quedaba y entonces miró hacia el cielo, oscuro e infinito, con cientos de estrellas que lo decoraban. Pero había una que parpadeaba de distinta forma, más bien parecía que latía. Pensó que deseaba ir allí, seguro que era un bonito lugar, tan brillante y rebosante de vida. Ya no pensaba en las vacaciones de vida ni en ninguna otra cosa; la estrella, solo veía aquella palpitante luz. Y con un hilo de voz antes de desvanecer, lo dijo: “quiero ir… quiero ir allí”
Pero no ocurrió nada.
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Supongo que estaréis esperando que ahora cuente cómo llegó a aquél maravilloso lugar. Que se había recuperado, que encontró en él lo que buscaba y todo eso tan bonito de final feliz.
Pues no. Así es, no. Porque la vida no te da vacaciones. Porque tienes que estar siempre alerta, con los sentidos abiertos, cosiéndote las costuras y poniendo remiendos. Porque tienes que ser malabarista y equilibrista para sostenerte en la cuerda floja a la vez que hablas, ríes, comes, lloras o amas. Y así un día tras otro, y otro, y otro más, hasta el fin de los días. Entonces sacarás tu maleta, tu mochila o lo que hayas estado llevando sobre tus hombros y lo vaciarás para siempre. Sí, porque al final del cuento, te mueres. La forma en que vivas tan solo depende de ti.
Recuerda los síntomas, si comienzas a sentir alguno de ellos, pon remedio antes de que sea una puta estrella lo último que veas, pues seguramente hará una eternidad que se apagó.
No hay vacaciones de vida.

* Imagen de la película " El paciente inglés"


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