jueves, 22 de enero de 2015

SHANGRI-LA

No te reconozco cuando te veo bajo este nuevo cielo, no eres el mismo cuando son las nubes quienes cubren tus pensamientos. Es entonces cuando la tristeza me embarga y mi corazón se encoje, mi piel se arruga y envejezco más deprisa; ya ves, aquello que tanto te preocupaba ha terminado siendo el fruto de tu miedo y ha acabado aniquilando la poca juventud que habitaba en mí.

Fui joven y bonita, en otro tiempo, cuando tú me amabas y mirabas con descaro las curvas de mi cuerpo, cuando mi sonrisa proyectaba felicidad en el viento, cuando la pasión se derramaba entre nuestros besos. 
Pero tensaste el hilo, lo ceñiste a mi cintura y anudaste fuerte para que no pudiera escapar, para que nadie me encontrase, para que yo no viese más allá de los altos muros en los que me habías confinado. 
Creaste un mundo para ti, hecho a tu medida y me encerraste en él.
Un horizonte perdido.




"La inspiración para expresar el sentimiento del que habla este texto, llegó de la mano de una película que me encanta "Horizontes perdidos" (1937) de F. Capra.
   El argumento trata sobre un grupo de viajeros que sobreviven a un accidente aéreo en el Himalaya. Cuando piensan que acabarán muriendo, son rescatados por los habitantes de una idílica y utópica ciudad oculta en el Tibet. Shangri-La, donde la gente vive feliz y no envejece, mientras en el mundo la II Guerra Mundial está en puertas"




Ambas imágenes pertenecen a la película de Fran Capra.





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