sábado, 2 de julio de 2022

LA LOCURA

                 


https://www.youtube.com/watch?v=0h2dXIB8sWA                   

                 

          Al principio solo eran sus manos, después llegó
                  su cuerpo y más tarde todo lo que vino con él. 

          La tocaba de forma delicada pero con la licencia de quien sabe dónde y cómo deslizar sus dedos por la piel. Buscaba los nudos atrapados entre sus músculos intentando deshacer cada lazo atado por la tensión de la semana. La destensaba igual que las cuerdas de una guitarra, afinando la carne, atravesando capas hasta llegar a la médula del dolor. Y esto sucedía cada vez, en cada uno de sus encuentros, como mantras ungidos de aceite que recorrían su cuerpo derramándose entre las manos de él. 
No recuerda cuándo sucedió ni cómo, qué provocó un día cualquiera el tacto distinto de piel con piel. Reconoció de inmediato aquel aroma dulce que inundó la estancia, se coló en su interior a través de sus poros, de su cabello, de su sus ojos. Se llenaba, se colmaba, lo respiraba a él.
                                                                  Se fundieron.

Eran un solo ser recortado sobre un fondo blanco, vibrando en aquel espacio que cada vez se hacía más pequeño, quedando reducido a ellos, a sus caricias porque ahora se tocaban. Porque ahora se vieron por primera vez. Y se envolvieron entre manos y piernas, vientre y pecho. Lenguas rizándose, acogiendo sus labios carnosos, hinchados por el deseo que estiraba de un hilo invisible en su interior. Así ardían ahora aquellos dos cuerpos que olvidaron las palabras.
La música de los roces se armonizaba con los besos, con los gemidos ansiosos por encontrar los puntos escondidos en llamas del otro.Y así, la cuenta atrás del reloj marcó el final del tiempo y estalló el deseo dentro y fuera de sus cuerpos, entregados al climax de la piel, de sus órganos, de sus bocas ahora abiertas de par en par inhalando la vida.
 
Sonó una alarma. La sesión había finalizado.

Ella permanecía boca abajo en la camilla y él secaba con papel los restos de aceite en su espalda. Abrochó con delicadeza los corchetes de su ropa interior y la dejó allí unos instantes para que se recuperase del masaje. Cuando la abandonó en aquel pequeño habitáculo, le alcanzó el aroma dulce que desprendían sus manos. Una sonrisa se dibujó en los labios de ella y los descubrió extrañamente doloridos. 
Al salir tomó otra cita para la semana siguiente. Igual que una yonqui, volvería para su dosis sobre la camilla donde, volar y respirar eran deseo y piel. Un viaje más allá de la realidad.
Una locura.

📷 Imagen de internet
🎧 Tema: Joni Ramos

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