domingo, 28 de noviembre de 2021

BAILA CONMIGO

         

https://www.youtube.com/watch?v=HOWbjKpef_w

       
         
Hacía tiempo que no me sentaba delante del temido folio en blanco, con mi silla cómoda y mis teclas inmaculadas después de tanta limpieza y tan poca práctica. Y no es que no haya hecho uso de las palabras, tengo mis cuadernos y además, ahora hay otras maneras de escribir. Todos tenemos un móvil o una tablet en los que volcarnos de cabeza en las redes sociales para, mostrar nuestras más impúdicas desdichas y por supuesto, dichas, cómo no.
Mostrar, siempre mostrar, enseñar más allá de lo innombrable para satisfacer/nos. Queremos pensar que es un compartir inocente de fotos y/o escritos, pero nuestro ego más profundo necesita alimentar aquello que detrás de la pantalla nos hace creer que somos más válidos, más
guays, más queridos. Yo misma lo estoy haciendo en este momento. Estoy desabotonando mi pecho y agarrando con esta mano invisible, el guante ciber lo que sea, para enseñarte, y enseñarme muchas veces, quizá de manera obscena, aquello que en ocasiones ni yo misma deseo ver dentro de mí. Compartimos felicidad, miedos, inquietudes, amores y desamores, las tristezas más profundas con desconocidos que a golpe de likes te otorgan la tranquilidad y felicidad de que aquello por lo que has perdido la razón, y que te ha costado la mitad de tu corazón, ha valido la pena, porque si tienes una cantidad ingente de “me gusta” en la red, todo está bien. Y así, nos lo creemos, todos.
    Nos hemos perdido, yo misma me reconozco ahí, estamos desubicados entre plataformas de nombres ridículos e hilarantes como Tik Tok  ¿qué es eso? ¿va en serio? No digo que tengamos que estar viendo documentales de historia, del universo, o enumerando los nobeles de física, pero hemos llegado a un punto de pornografía (permitidme esta palabra) absurda y pueril qué…a veces, deja poco espacio para aquella imaginación que nos hacía viajar, sentir, soñar, desear…e ilusionarnos. Sí, quizá yo sea una romántica obsoleta y anticuada de esas que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo sé, no es exactamente así, las redes, los cables invisibles nos han otorgado vías increíbles de conocimiento y acceso al mundo, pero a la vez se ha perdido el elemento sorpresa y de ensoñación cautivadora. Se ha dejado de cultivar la paciencia por la inmediatez. Cualquier cosa o persona está al alcance de nuestra mano, tanto que, ya no tiene ningún valor, no le damos importancia al poder acceder hasta ella.

Lo siento, yo no soy de las que me cago en el romanticismo ni lo veo como algo perjudicial para la salud. Todo lo contrario. Como todo, en su justa medida lo encuentro beneficioso. Un porcentaje bastante elevado del arte tira del hilo intangible del romanticismo, aunque muchas personas deseen negarlo, decapitarlo y relegarlo al ostracismo más oculto de la belleza. Y si no, hagamos un acto de contrición todos aquellos que vivimos tirando de él, de ese hilo, aunque muchas veces sea de manera inconsciente. Creo que contamos algo más de los dedos de una mano, muchos más, me parece que ea así, si somos honestos.

Pero debo permanecer y encontrar mi lugar, intentar adaptarme. Sentir que formo parte de esta vida, de la sociedad en la que nos ha tocado vivir entre internet y la realidad. Me gustan las palabras, su belleza, aquello que son capaces de trasmitir, de hacerme sentir, ya sean las mías o las de otras personas. Expresarme y escribir. Tengo alma de escritora, aunque el nombre me quede grande, seguiré intentando hacerme, con todo mi respeto, un pequeño hueco entre las letras, las románticas siempre, por supuesto. Quién sabe, quizá un día me leas y éstas se muevan en tu tripa y, te hagan sentir emociones, sentimientos ya sean de halago, condena o repulsa. Sea lo que sea, si sientes, yo ya seré feliz por haber provocado un movimiento en tu interior.
El universo está en continuo movimiento, la vida lo hace cada minuto, cada segundo de existencia. 
Eso somos, movimiento.
Baila conmigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario